Los presidentes Fox y Calderón tuvieron en sus manos la oportunidad de cambiar y la desperdiciaron. Los “peces gordos” atrapados resultaron simples charalitos.
Tampoco llegaron los cambios con Peña Nieto, quien, a pesar de llevar a la cárcel a varios gobernadores, lo hizo luego dejarles las manos libres para que se robaran el dinero del pueblo; además de pactar para no tocar a sus esposas y, desde luego, a sus ilícitos patrimonios.
Pero lo que hace hoy el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, huele a vientos de cambios y frenos a la impunidad.
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