Y con July Sheridan la cosa es similar, le tiran preguntas fáciles casi con la respuesta implícita para que pueda hablar.
Pero a Cuitláhuac se le lanzan con todo, lo interrumpen, le exigen que conteste lo que quieren, lo increpan y hasta se dan el lujo de reírse de sus respuestas.
Sin embargo, a diferencia de hace dos años cuando no tenía ni forma de contestar, Cuitláhuac ahora hace enojar a los entrevistadores que se dan de topes porque Cuitláhuac ya trae speech y se defiende, y sobre todo porque pase lo que pase, le hagan la entrevista del modo que se la hagan, él sale airoso y sigue subiendo en las preferencias electorales ayudado de la figura de López Obrador.
Tal vez sea sólo algo coyuntural o una mala apreciación nuestra, pero ahhhhh qué diferentes son las entrevistas para unos que para otros.
Por lo pronto Cuitláhuac sigue: relajado, relajado, relajado. |