Un ejemplo a nivel nacional de la rapiña política es el agarrón que se traen el Gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, y la Jefa de la CDMX, Claudia Sheinbaum Pardo, quienes a través del plano de las comparativas han tratado de vender la idea de que uno es mejor que el otro.
Sheinbaum y Alfaro pretenden (obviamente) estar en la boleta electoral del 2024, una por MORENA y el otro por el Partido Naranja.
Casi a diario cada uno lanza al aire sus mejores medidas para controlar la propagación del COVID-19 al tiempo que no dejan de echarle puyas al otro.
Los dos se han apoderado de las ventanas mediáticas nacionales en los horarios de mayor rating.
Alfaro presume de sus ‘buenos números’ y de estar en el penúltimo lugar de casos positivos en la tasa de contagio, pues a la fecha lleva solo hay 235 casos confirmados contra 2 mil 815 de la CDMX y además solo se reportan 15 muertes en Jalisco contra las 251 sucedidas en la CDMX. Se debe, asegura, a que se actuó a tiempo, con oportunidad y de manera decidida.
Mientras que en Jalisco, cuenta Alfaro, se imponía -a pesar de ser criticado por la Secretaría de Salud- la sana distancia y aplicaba medidas estrictas para evitar el contagio masivo, en otros lugares se permitían eventos masivos, refiriéndose claramente a la CDMX por el Festival Vive Latino que se desarrolló en el Foro Sol.
Pero no solo allá se la pasan queriendo sacar raja política del COVID-19. Aquí en Veracruz los casos abundan también. Algunos de los más sonados son los de Fernando Yunes Márquez, alcalde del Puerto de Veracruz, versus Cuitláhuac García Jiménez quien ni siquiera tiene el tino de dar la cara y mejor manda por delante a su escudero, el Secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros.
Son luchas políticas mezquinas que a nada conducen, en lugar de tomar decisiones que ayuden a contener los contagios de la manera más rápida y eficiente.
¡Señores, pónganse a trabajar responsablemente, déjense de politiquerías! |