Los sabios bebedores de café nos comentan desde su confinamiento voluntario que hasta ahora los argumentos en pro y en contra con respecto a la cancelación de obras millonarias que dejó pendientes de terminar el ex presidente Enrique Peña Nieto, no dejan de tener razón de parte y parte.
Desde luego, partiendo de las premisas económicas de racionalidad y políticas en cuanto a la relación del Estado y el Capital. Es decir, no les asiste toda la razón ni todo lo malo, sin importar lo que argumenten los apasionados ‘Amloístas’ por un lado, ni lo que argumenten por el otro los quejosos inversionistas que perdieron sus jugosos negocios proyectados, sino desde el punto de vista de la razón, la justicia, la transparencia y la rendición de cuentas.
La deuda de AMLO con los mexicanos en general es enorme y cada día crece más y más. Si AMLO no sanciona a todos aquellos que participaron en una obra como el Aeropuerto Internacional de la CDMX que él mismo ha calificado como fraudulenta y gangrenada de corrupción, entonces él mismo se convierte en cómplice.
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