Aun así, la vida puede cambiar, pero no detenerse. Y si algo pareció marcar este balance de medio año del gobernador Cuitláhuac es algo que -al tiempo- terminará por ser el sello de este sexenio: antes y después.
Las palabras pueden ser muy bonitas, pueden acomodarse para endulzar los oídos, pero las obras públicas con sus fotos de antes y después, resultan contundentes. Eso fue lo que presentó el Gobernador.
Algunos quieren cerrar los ojos, dijo en algún momento el Gobernador, respaldado por una incontable sucesión de “antes y después” ante la que era imposible cerrar los ojos.
Calles, carreteras, caminos, puentes, espacios educativos y de salud. Obras físicas, tangibles, verificables, que antes no existían o estaban a medias o funcionaban de milagro.
Quienes formamos parte del movimiento del presidente Andrés Manuel López Obrador nos sentimos personalmente identificados con esa partición cronológica del antes y después, que, como la muralla de la canción de Enanitos Verdes, divide lo que fue de lo que será –y que en este caso ya es-.
México y Veracruz, al final de este sexenio, será eso: dos imágenes, dos realidades. La de antes y la de después, que estamos construyendo todos los días.
Pecaría de hipócrita –y no lo soy- si no dijera que me produjo particular orgullo escuchar las obras que se han construido en mi tierra, Los Tuxtlas.
Claro que me da mucho gusto que le vaya bien a todo Veracruz, como se pudo ver en este Informe, pero me da el doble de gusto que le vaya bien a mi terruño: que la transformación del país se note en las mismas calles en las que corría cuando era chamaco.
Alentado por la señal de que vamos por buen camino, nos preparamos para una nueva sesión del Congreso este martes, dispuestos en este Poder del Estado, a seguir escribiendo la historia y contribuyendo a la transformación de Veracruz.
* Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado. |