Hay un detalle más que, aprentemente ajeno al país, podría ser secuela de la inercia ganadora de Joe Biden en Estados Unidos y consecuencia del rechazo de AMLO a reconocer su triunfo, además de que lo fue a apoyar en su campaña.
El domingo, un día después de que se confirmó la victoria del demócrata, el nuevo presidente fue a misa de la mañana como católico practicante que es.
No es ningún secreto la mala relación entre la Iglesia católica y el tabasqueño, como tampoco lo es, en el caso concreto de Veracruz, entre la jerarquía eclesiástica y el gobierno cuitlahuista. Los católicos mexicanos querrán derrotar al Trump mexicano.
En Morena sus propios opositores son ellos mismos pues no priva el entendimiento entre las tribus.
En el caso de Veracruz todo se complicará cuando la dirigencia nacional de Morena no le dé al gobernador Cuitláhuac García Jiménez la dirigencia estatal y cuando no avale la candidatura de Dorheny García Escalante para la alcaldía de Xalapa por la baja aprobación con que sale en las encuestas.
Las posiciones están muy marcadas, pero hasta donde se sabe Mario Delgado ya tiene tomada su decisión con respecto a la dirigencia estatal, pues designaría a una mujer diputada federal del sur de Veracruz.
Lo que trasciende en los pasillos del Palacio es que el gobernador ha amenazado que si no le aprueban a sus alfiles entonces no se hará responsable del resultado del proceso. El choque se ve venir.
En la Ciudad de México no dudan del total respaldo del presidente a Delgado y que este no hace ni hará nada no que sea de común acuerdo con AMLO, por lo que el comentario allá es que va a llegar el momento en que desde el Palacio Nacional van a tener que disciplinar al gobernador de Veracruz.
Se da por hecho que el palomeo final de las candidaturas de Morena se hará en la capital del país. La división se ve venir. Y mientras unos mantienen sus pleitos internos, otros se unen para enfrentarlos. |