Mikel Arriola, Presidente de la Liga de Futbol Mexicano, pareciera no salir del estado catatónico que lo dejó la violencia ocurrida este fin de semana en Querétaro.
Por un lado afirma que habrá sanciones ejemplares y que este martes habrá Asamblea de dueños para determinar lo conducente, pero cuando se le cuestionó del llamado masivo de aficionados para que se desafilie al equipo de Querétaro, guarda mesurada cautela y asegura que será la Comisión de Justicia (supuestamente autónoma) la que decidirá.
Mientras tantos, hay también muchas voces que exigen que sea cancelada la temporada actual de la Liga, pues tiene que darse un cisma, un verdadero terremoto en la Liga para que se entienda que no puede haber más violencia.
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Ayer fue Querétaro, pero no ha habido estadio que se salve, en todos alguna vez se han presentado actos de violencia en diferentes grados y no pasa de alguna que otra multa, veto en algunos estadios y que en las siguientes jornadas salgan los jugadores con letreros de “No a la violencia” o eufemismos similares.
En esta ocasión, todo se está inclinando a que la violencia desatada fue por culpa de unos inadaptados pertenecientes a la delincuencia organizada… ¡Pretexto perfecto para que la Liga minimice el daño! Pero no, no es sólo culpa de unos inadaptados, es también culpa de un sistema de fútbol que ha privilegiado las ganancias económicas y ha descuidado la seguridad. Los dueños de los equipos continúan ganando dinero mientras los aficionados se matan en las gradas.
Si se cancelara la temporada, debe quedar claro, el castigo no sería para la afición, total, nadie se ha muerto a falta de futbol, el castigo sería para los dueños y su indolencia, sería un castigo ejemplar el quitarles temporalmente su mina de oro.
Sin embargo, eso no va a pasar, nadie se cortaría la mano voluntariamente, y menos la mano que recoge el dinero.
Mikel Arriola está al servicio de los dueños del futbol, y esa otra Mafia se reunirá mañana para hacerse los preocupados y ver qué opciones tienen para minimizar el daño, no para resolver el problema.
Una multa económica, un veto a un estadio, campañas contra la violencia, serían medidas tibias… lo que se vivió fue una barbarie, y como tal, las medidas a tomar deben ser realmente ejemplares. |