La pasada semana, el analista de El financiero, Víctor Piz, explicó que uno de los principales riesgos para la sostenibilidad de las finanzas públicas de México es la política de estímulos fiscales para contener los precios de los combustibles.
En el primer trimestre de este año la recaudación del IEPS (Impuesto Especial sobre Productos y Servicios) de gasolinas y diésel quedó por debajo de los ingresos programados en la Ley de Ingresos de la Federación para ese periodo en 43 mil 462 millones de pesos.
La recaudación del IEPS de combustibles entre enero y marzo de 2022 fue de 20 mil 784 millones de pesos, cuando el monto estimado en la Ley de Ingresos para ese periodo era de 64 mil 246 millones de pesos.
Como referencia, baste decir que en el primer trimestre de 2021 la recaudación del IEPS que se cobró a gasolinas y diésel fue 66 mil 104 millones de pesos.
La comparación anual arroja una caída de 70.7 por ciento en términos reales. Ese es el costo de que los precios al público de los combustibles no se conviertan en una presión inflacionaria adicional.
La propia Secretaría de Hacienda lo admitió en el informe trimestral sobre las finanzas públicas dado a conocer el pasado viernes:
“… con la finalidad de evitar un repunte inflacionario ocasionado por el aumento internacional de los precios de los combustibles, el gobierno federal otorgó durante el (primer) trimestre estímulos fiscales adicionales al IEPS, los cuales redujeron la recaudación que se cobra a gasolinas y diésel en 43 mil 462 millones de pesos con respecto a enero-marzo de 2021”.
Pero Hacienda insiste en que esta medida no implica un deterioro en las finanzas públicas.
El subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, afirmó que los ingresos públicos en el primer trimestre del año se encuentran en línea con lo programado y autorizado por el Congreso, lo que “implica que no habrá recortes de gastos y tampoco desviaciones sobre la senda de recaudación (tributaria) que se está teniendo”.
De acuerdo con el funcionario, los estímulos al IEPS de combustibles han evitado que la inflación en México suba dos puntos sobre su nivel actual.
La tasa de inflación en México ya suma un año al hilo registrando niveles que superan significativamente el objetivo establecido por el Banco de México (3%). En la primera mitad de abril, la inflación trepó hasta 7.72%, por encima de las proyecciones, lo que llevó a los analistas a mover sus expectativas para fines del 2022. Se espera que la tasa de inflación nacional alcance hasta 8 por ciento.
El gobierno federal argumenta que los ingresos petroleros excedentes provenientes del mayor precio internacional del petróleo financian el alto costo para las finanzas públicas que representan los estímulos fiscales.
No obstante, en la medida en que tiendan a disminuir los excedentes petroleros, el margen del gobierno mexicano para mantener acotado el precio de las gasolinas y el diésel puede verse limitado.
Gabriel Yorio explicó que se tomó la decisión de no trasladar el costo a los ciudadanos y se activó un incentivo adicional -además del estímulo al IEPS de gasolinas- para mantener el precio del combustible no solamente estable, sino en la senda inflacionaria que ha establecido el gobierno.
Desde marzo el gobierno estableció al 100 por ciento el estímulo fiscal semanal en materia del IEPS a la gasolina magna, la premium y el diésel, pero adicionalmente, empezó a otorgar un estímulo complementario sobre el ISR y el IVA a los productores e importadores de combustibles que realicen la venta de primera mano en el país.
El analista de El Financiero advierte:
“Si bien los precios de las gasolinas han sido contenidos por los estímulos fiscales adicionales, esta política está abriendo un boquete en las finanzas públicas vía IEPS”.
Y explica que tan sólo en marzo el efecto de los mayores estímulos se manifestó en un desplome de 91.7 por ciento en ese componente tributario respecto a lo recaudado en igual mes de 2021.
“Mantener finanzas públicas sostenibles dependerá, en buena medida, de que la actividad económica en México recupere completamente su nivel de antes de la pandemia, lo que aún está cuesta arriba”, remata.
Las complicaciones financieras se reflejarán, casualmente, en la recta final de la actual administración, justo cuando se agudiza la batalla política por la sucesión, que el gobierno patrocina –a un altísimo costo- con sus programas sociales.
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