La respuesta de AMLO fue figurativa a la vez que contundente. Puso a Adán Augusto López demacrado, fúrico, enchilado, a tal grado que Aguirre Guerrero escribe del punto: “Acto seguido, el paisano del presidente movió la cabeza reprobando, y sin “decir agua va”, cerró la puerta de la oficina con la fuerza de quien no está de acuerdo ante algo… o ante alguien”.
Al final, la falta de tacto de Adán Augusto López ocasionó que si el presidente efectivamente no estaba pensando en ese personaje que les enturbia el camino a Claudia y a él, entrara oficialmente al juego por la presidencia.
¿Quiere conocer las repercusiones políticas de ese desencuentro entre López uno y López dos, que inclusive hoy mismo han salido a la luz en el espacio mediático nacional? Lo invitamos a leer a Alejandro Aguirre Guerrero y su columna completa aquí. |