Ha sido una autonomía a favor y al servicio de lo viejo, de lo que se debe ir por voluntad del pueblo. Un arma institucional que no actúa al parejo de los otros poderes: Ejecutivo y legislativo sino en contra de ellos.
De ahí que el periodista veracruzano Raymundo Jiménez aborde el tema hoy aquí en su columna Al pie de la letra, de manera cruda y certera.
Suprema Corte de Justicia de la Nación: La casta dorada.
Desde ahí, el periodista desgrana los privilegios de que gozan desde hace 200 años los 11 miembros del pleno de la SCJN cuyos “exorbitantes ingresos deberían avergonzarlos en un país con más de 66.5 millones de habitantes en la pobreza y pobreza extrema que, según estadísticas oficiales, sumaban hasta el año antepasado”.
Y es que al interior de la SCJN existe una fuerte ‘pugna de “los grupos internos interesados en mantener los privilegios que, al igual que diversos órganos autónomos, se han resistido a la política de austeridad que sí asumieron el Ejecutivo y el Legislativo”.
Y como fundamento a su análisis, el periodista rescata lo dicho recientemente por el senador Ricardo Monreal quién señala crudamente que ‘esta resistencia “a perder sus privilegios y lujos excesivos”, provocó cuando menos dos reacciones: “La primera, es la indignación popular tanto por la opulencia que ostentan los altos mandos del Poder Judicial como por la constante negativa de estos a la posibilidad de destinar esos recursos a la atención de las problemáticas más urgentes de México. La segunda reacción obedece a la férrea determinación de los grupos que buscan evitar cualquier situación que implique poner en riesgo la era dorada que se vive actualmente al interior de ese Poder”.
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