La reciente muerte de Henry Kissinger, el estratega gubernamental que marcó la política exterior de los Estados Unidos en la segunda mitad del signo XX, quien fue premio Nobel de la Paz y vivió hasta los 100 años nos lleva a recordar sus pensamientos que bajo el principio ausente de que infancia es destino, omito decir que fue judío e inmigrante a Estados Unidos.
Kissinger sabía de la consecuencia final de la guerra: la guerra sólo puede terminar con la política y del sufrimiento inacabado de vencedores y vencidos.
Los primeros convencidos de posibles amenazas futuras y los segundos por las pérdidas presentes que podrían restañarse en el futuro. La política como causa y fin de toda guerra siempre termina prevaleciendo. Si la política falla solo queda la guerra, que durará y costará lo que la política permita.
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