Y es que no conforme con la comodidad ya alcanzada en las cámaras, Sheinbaum decidió (en consenso con AMLO), colocar a dos “viejos lobos de mar” en la coordinación de las respectivas bancadas: Adán Augusto López y Ricardo Monreal.
“Con ellos en esas posiciones sentenciamos cualquier intento de insurrección, aunque los números de los adversarios sean muy pobres”, dijo el todavía presidente, después de fajarse nuevamente la camisa blanca en el pantalón de vestir.
Y es que aunque la situación sea harto dispareja en las cámaras, resultará sumamente atractiva la dinámica en ellas, más aún en la alta, donde habrá una férrea competencia (por generar más reflectores), entre los líderes de la bancada morenista y sus aliados. Habrá una “cantada” lucha de egos, aunque en el papel sean del mismo bando.
Será también morboso observar el comportamiento del cuestionado dirigente tricolor, Alejandro Moreno, quien cobijado en su poca creíble actitud beligerante hacia la “cuatroté”, buscará verse digno, cuando a todas luces es quien prácticamente enterró al PRI.
Y volviendo a Palacio Nacional, AMLO dijo a Sheinbaum que extrañará mucho (ahora que se vaya), su vida en Palacio Nacional, sus caminatas por los pasillos e historia. “Aquí es donde el Ejecutivo siempre debió vivir, y no en Los Pinos”, remató. La electa sonrió y asintió.
Veamos qué ocurre en una semana, cuando volvamos a encontrarnos aquí, en este espacio.
X: @aaguirre_g
(COLUMNA "AL RESPECTO") |