La opinión fue unánime. No es culpa del Gobierno del Estado o del ente contratante, quien debe asumir la responsabilidad de lo ocurrido es la empresa constructora, pues la empresa es la responsable hasta que no se entregue la obra terminada y se firmen las actas de finiquito… y más lejos aún, pues las fianzas de vicios ocultos cubren todavía un año a la construcción.
El problema se genera en la empresa constructora que hizo un mal cálculo de los requerimientos de la cimbra y si a eso le sumamos un clima enfurecido, el resultado está a la vista.
No hay daño patrimonial ni nada, pues los costos los debe absorber la empresa y no hubo daños más allá de los materiales. Habrá, eso sí, un posible retraso en la entrega de la obra, pero ante los 119 mm de agua que cayeron en tan poco tiempo, podrían incluso justificar los retrasos y pedir una recalendarización por lluvias.
Después de escuchar a los expertos, los sabios bebedores de café se quedaron reflexionando y no encontraron, con base en esas razones, motivo alguno para que haya quienes estén haciendo tanto argüende y queriendo quemar en leña verde a Sergio Rodríguez Cortés, titular de la PROEPA.
Y no es que Sergio sea una perita en dulce, porque pocos son los que no conocen su notorio pasado y presente malandrín, pero de allí a querer lincharlo mediáticamente e ipso facto, hay un gran trecho. Si hay contubernio con la empresa constructora, todo quedará en un “aquí no pasó nada, reprogramamos y cada quien cubre lo suyo”. Pero si no lo hay, seguramente se le tendrán que imponer multas a la empresa si es que hay retrasos en la construcción… porque de lo otro, de que se les haya caído la cimbra, no hay por dónde entrarle.
Canillazos duros para los que en todos lados quieren encontrarle las chichis a las garrapatas. Y lecheros y menús completos para los ingenieros que nos dieron luz en el caso. | 
