Así, lo que pudo terminar en un ridículo internacional, terminó bien. Adán Augusto llegó safe en home y sacudiéndose el polvo y la tierra de los spikes, se declara listo para seguir dando la batalla jurídica.
México forma parte de la Convención Americana de los Derechos Humanos, y el artículo 1 Constitucional establece que “todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte”, por lo que esos Derechos tienen nivel Constitucional.
De allí nace la dicotomía de qué tiene más peso, si la Constitución Mexicana o los tratados internacionales. Esta disyuntiva no es fácil de resolver, pues la Constitución Mexicana luego de la gran reforma del 2011 derivada del famoso caso de Rosendo Radilla Pacheco, en automático se engrosó y se armonizó con el derecho internacional, quedando garantizado en el Artículo 1.
Para resolver la duda, se intentó modificar el mencionado artículo y dejar a la Constitución Mexicana por encima de todo, pero eso dislocaba la protección de los Derechos Humanos, justo en el control de convencionalidad que le imprimió Sergio García Ramírez, importante jurista mexicano y ex Procurador General de la República, quien cuando fue Ministro de la Corte Interamericana atendió este problema.
En términos coloquiales, ¿Cómo se puede entender la situación actual en la atención de Derechos Humanos? Por ejemplo, si no es favorable a los Derechos Humanos la forma en que estos se atienden en México, pero sí como se atienden en Costa Rica, Argentina o algún otro país dentro del Pacto de San José, entonces se utilizan los criterios de aquel país… y esa garantía es la que precisamente estaba en riesgo.
Evidentemente sigue existiendo la supremacía de la Constitución en México, pero como algunos amparos en contra de la Reforma al Poder Judicial, mañosamente han sido otorgados recargándose en la “afectación” de Derechos Humanos, también era necesario arreglar ese corto circuito.
La intención, no obstante, era aberrante, pues los Derechos Humanos son universales y progresivos, y no se pueden eliminar con una simple ley o con una modificación constitucional local. Estábamos ante una aberración jurídica que nos remitía ya no escenarios anteriores al 2011, sino a escenarios previos a 1917, a la época precarrancista.
Pero aquí es donde está el quid del asunto, pues mientras nos distraen con la mano derecha, el truco lo siguen escondiendo en la izquierda.
Con todos los cohetones encendidos a la fecha, Morena y aliados han ido ganando tiempo, pues recuerde: la venganza es un platillo que se come frío.
Para declarar constitucional o inconstitucional una reforma, se necesitan ocho ministros, y en noviembre se va Luis María Aguilar. A partir de allí, con o sin Reforma Judicial, Morena y aliados colonizarán la Suprema Corte de Justicia de la Nación y hasta allí habrá llegado la resistencia. El PT recién anunció que va dar inicio al Juicio Político de los 8 ministros, lo que es complejo per se, pero el proceso incluye la prohibición de que se revise la violación del proceso legislativo… y así, colorín colorado.
En poco más de un mes se calmarán las aguas. Los trabajadores del Poder Judicial ya anunciaron el fin del Paro laboral para finales de octubre… y en adelante vendrán nuevas cosas para México.
Adán Augusto llegó ¡Safe en home! Pero no se debe soslayar que la modificación al artículo 1o solo fue un distractor, el verdadero truco está en la colonización del Poder Judicial.
@AtticussLicona
(COLUMNA "POLÍTICA AL DÍA") | 
