México y su economía están sujetos a vivir en caos cada vez que Trump abre la boca. Es decir, la economía mexicana no ha dejado de ser dependiente de los Estados Unidos como muchos afirman.
Ejemplo: La noche del lunes pasado estaban por entrar en vigor los aranceles. El miércoles se exentó a una parte de la industria automotriz. El jueves se exentó a todos los que cumplan con el T-MEC. Si la economía y los negocios fueran como lo que sucede al día siguiente de una tormenta no habría problema, pero no es así.
El martes, por ejemplo, 40% de las exportaciones se quedaron detenidas en Juárez, lo que significan pérdidas con o sin el nuevo arancel. Es decir, negar que los aranceles son un gran arma de negociación y presión real que no se puede contrarrestar con marchas y concentraciones populares o declaraciones estúpidas de senadores y diputados alineados o de la oposición, es negar la existencia de la teoría de la gravedad.
Aquí se hace lo que a papá Estados Unidos se le ocurra. Dependemos de sus divisas, de las remesas de nuestros paisanos, vaya, hasta nuestra seguridad depende si los Estados Únicos nos ordenan capturar a los capos del crimen organizado; mientras tanto, México sigue siendo un pueblo sin ley, con un poder que no sabe mandar, otro que hace lo que el que no sabe mandar les ordena y el otro repleto de corrupción en todos sus niveles.
Lo anterior, de verdad no se cura con un mejoral, ni una sal de uvas para la gastritis.
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(COLUMNA "FIGURAS Y FIGURONES") |