Lo explico de manera más poética.
La tierra vive una eterna lucha para no ser atraída por otro cuerpo muy superior a ella en tamaño y en fuerza de gravedad: el Sol.
La tierra gira alrededor del Sol dentro de una trayectoria elíptica, es decir, a veces está más lejos del Astro Rey, a veces más cerca. Cuando está más cerca, la fuerza de atracción del Sol es mayor. Es en esta posición cuando se produce ese “jaloneo” de fuerzas que provocan en la tierra ciertas deformaciones que causan que las placas tectónicas tiendan al reacomodo, produciendo energías de alta potencialidad que en algún momento se tienen que liberar provocando temblores y terremotos.
Dijéramos que la tendencia de la tierra es huir del Sol a pesar de ser necesarios sus rayos caloríficos para la vida terrenal. Si la tierra disminuyera su fuerza de huida sería “tragada” por el Sol con todo y nosotros. El Sol utiliza su fuerza de atracción para jalarla a su centro, pero la tierra “huye” utilizando su fuerza centrífuga. Por cierto, en el ámbito terrenal ocurre algo similar: El varón trata de atraer a la dama, pero ella se resiste. Ahí lo poético.
Hay otro aspecto de la tierra en el que es importante puntualizar. La tierra tiene memoria, distinta pero muy superior a la nuestra. Nuestro planeta se mueve dentro de una exacta sincronía con el universo, al grado que sus movimientos se pueden medir en milisegundos. La tierra siempre se traslada por el mismo camino a la misma velocidad. Nada ni nadie la detiene excepto la ingratitud del hombre, entiéndase nosotros: Extracción de hidrocarburos, pruebas nucleares, calentamiento global.
Volviendo a lo de la memoria de nuestra Madre Tierra, bastan dos ejemplos. Mismo día, mismo mes, solo que 32 años después, nos sorprende con un terremoto tan devastador como aquel. Desde hace millones de años nos ha cumplido con el día, la noche y las estaciones del año.
Los días y sus noches siempre han mantenido las mismas horas, minutos y segundos. Todos los días son iluminados, todas las noches son oscuras. La Luna camina acorde a los tiempos y ritmos de la Tierra. Siempre muy atenta a “salir” cuando el Sol se ha ocultado. Nunca se ha comportado de manera diferente.
La Tierra “sabe” que necesitamos al Sol, pero nos protege de sus incandescentes rayos manteniendo la atmósfera a su alrededor.
Por su parte, el Sol estará siempre atento a un “descuido” de nuestra madre Tierra para llevarla a su seno. Esperemos que nunca incremente esa fuerza de atracción. |