O bien, en tu antiguo trabajo tuviste que abrir una cuenta para que te depositaran la nómina, pero después cambiaste de trabajo y te olvidaste de esa cuenta, al cabo de un par de años, decides reutilizarla para recibir ahí un ingreso extraordinario, y, ¡nunca llega! porque el banco se cobró de ahí lo de las tres mensualidades que dejaste de pagar de la tarjeta de crédito que tienes en el mismo banco.
¡Peor aún!, eres beneficiario de algún programa de apoyo social ya sea como estudiante, adulto mayor o persona con discapacidad y proporcionaste como cuenta destino del apoyo, la cuenta que se encuentra vinculada con algún pasivo o saldo deudor con la misma entidad financiera, y no puedes cobrar porque el banco fue el verdadero beneficiario de la ayuda…
Otra historia de terror resulta aquella donde liquidaste el saldo de tu tarjeta de crédito, pero no la cancelaste, y como estabas seguro que ya no ‘la debías’ seguiste con tu vida normal hasta que, al momento de solicitar un crédito, te lo rechazaron porque aparecías en el buró con un adeudo pendiente por comisiones posteriores generadas, a pesar de no haber vuelto a usar el plástico.
Bueno, el hecho es que el momento de crisis que vivimos nos invita a ser reflexivos, responsables, y más cuidadosos con el dinero que nos llega para estar menos estresados y procurarnos una mejor economía familiar.
Éste es el momento para disponer un tiempo en casa y prestar atención a la forma en que hemos estado llevando nuestra vida financiera, y si es el caso que falta orden y limpieza en ese rubro, aplicarnos a ello evitará muchos malos momentos a futuro.
Pues si bien es cierto que, los bancos no nos dan a leer el contrato en donde firmamos y aceptamos la ‘abusiva’ cláusula para hacer legales esos futuros cargos; o que si la leímos, no la entendimos, pero la aceptamos y por tanto debe configurarse el abuso por alevosía y ventaja de la institución.
También es verdad que tenemos que estar más “vivos” que nunca, y cerrar todas aquellas posibilidades de riesgo para nuestro dinero. Es evidente que contratar un producto financiero implicará un pago por el servicio o beneficio que nos represente, como la anualidad, o las comisiones; pero si lo hemos dejado de utilizar y no nos va a reportar ningún otro beneficio futuro entonces no tiene ningún caso conservarlo y lo prudente es cancelarlo. Ya si en el futuro se requiere puedes abrir una nueva cuenta, pero sin generarte compromisos o riesgos por el tiempo que no la ocupes.
Una pregunta que recibo con frecuencia es, ¿cuál banco roba menos? No seamos cómplices por omisión de lo que en justicia hemos catalogado como robos.
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