Ya pasó de ser una moda el tema ambiental. Es de tomarse muy en serio el problema planetario que implican nuestros deterioros ambientales, el reconocimiento de la trascendencia de nuestra huella humana, del impacto del “progreso” y lo que ha significado para la vida en la Tierra.
Entender como un asunto de sobrevivencia humana, la obligación de mirar los problemas planetarios que se presentan. Los que van más allá de fronteras y territorios nacionales, los que superan las visiones “nacionalistas”. En nuestro país y para nuestro gobierno, pareciera que la única idea es mirarnos al ombligo, incluso sin atinar a resolver los asuntos del deterioro nacional, los problemas locales. Una visión chata en la acción gubernamental o de plano inexistente.
Es México un país incendiado: en lo que va del año se han registrado 4,129 incendios forestales en 30 entidades con una superficie afectada de 159,674 has. Las causas que más originaron los incendios son de origen ilícito en 38%, 29% por actividades agrícolas y pecuarias y diversas causas en el resto.
En nuestro país la escasez de agua se incrementa; el 85% del territorio sufre algún grado de sequía; de cada 10 ríos 7 están contaminados; el país está en riesgo de perder su segundo lago más grande, el Cuitzeo, en Michoacán; en Veracruz se cierne la amenaza de que, en menos de una década, desaparezca el glaciar Jamapa, uno de los dos que aún le quedan al Citlaltépetl, según declara Ricardo Rodríguez Deméneghi, promotor del proyecto Salvemos al Pico de Orizaba.
Las presentes tragedias ambientales parecen estar muy lejanas del proyecto transformador; gobiernos de toda índole que no entienden la gravedad o rechazan la crisis climática. Visiones negligentemente localistas, nacionalistas, sin miras a las responsabilidades planetarias, carentes de una seria política ambiental.
La apuesta del desarrollo nacional, por ejemplo, impuesta contra viento y marea sobre la base de la explotación de combustibles fósiles. Otro ejemplo es la falta de interés gubernamental en la agenda climática global, poniendo en riesgo el cumplimiento de derechos humanos de nuestra población presente y futura.
La deuda climática de nuestro país en el marco global es alta, peor aún es pretender pasar por alto la relevancia del tema, omitiendo las responsabilidades a que estamos sujetos por derecho nacional e internacional. Es ofensiva la falta de compromisos para con el medio ambiente del gobierno y de la mayoría de las clases políticas mexicanas; no escuchan a muchas voces que en nuestro país y el mundo han advertido que nos quedan pocos años para modificar nuestra forma de relación con la naturaleza y con ello lograr sobrevivir como especie en el planeta.
De ese tamaño es el problema, de esa envergadura el reto. Toca la puerta el futuro apocalíptico que sobrevendrá, de no hacer lo que urge en relación con nuestro comportamiento respecto de la madre tierra.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
No lo estamos haciendo bien. Marzo de 2021/ el mes más violento contra la mujer.
|