Sobre la columna de ayer, me escribió mi prima, la médica (jubilada) Irma Hernández Iglesias: “De acuerdo Arturo, pero cada uno debe vivir su duelo como cualquier otra pérdida y llegar a la aceptación lo más pronto posible y enseguida levantarse, ya con optimismo, ánimo y más consciente para ver y enfrentar la realidad con más fuerza. A pesar de todo, hay ganancias de todo esto.
Aunque no se trató de una elección presidencial, recuerdo al presidente Obama cuando ganó Trump y con mucho optimismo dijo sólo son cuatro años, tiempo que tenemos para ganar las próximas elecciones y no hay que dejar ni un minuto de trabajar”.
Se refería a lo que comenté sobre lo que dijo el dirigente estatal del PRD, Sergio Cadena Martínez, luego de la derrota que les infringió Morena (con todas las irregularidades posibles, con todo el dinero del mundo, con todas las amenazas, persecución y encarcelamiento de opositores, etc.), de que no había que ponerse a llorar como magdalenas sino seguir trabajando. “Con un gran sentido práctico está consciente que, en lugar de ponerse a llorar, de estar quejándose, lamentándose, luego de una caída hay que levantarse de inmediato e intentar retomar el camino”, dije.
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El comentario de Irma me hizo reparar y preguntarme: ¿cuánto debe durar un duelo político?, y entonces recordé una columna que publiqué hace seis años (“¿Hay que vivir la tristeza?” Prosa aprisa, 10/09/2015) sobre una entrevista que Héctor González le hizo a Arnoldo Kraus para el suplemento sabatino cultural “Laberinto” del diario Milenio. La tituló “Cómo vivir la tristeza”.
Comenté entonces: “Médico y literato, Kraus se ha dedicado a la comprensión de la muerte desde el punto de vista de la bioética. Sus libros, recuerda el entrevistador, son aproximaciones a conceptos como el luto, la melancolía y el dolor. La última pregunta y la respectiva respuesta me dejaron pensando. Me parecieron interesantes. Le preguntó el reportero cultural: ¿Qué es un duelo bien llevado? La respuesta: No soy psiquiatra pero todos explican que un año de tristeza, dolor, un año de recordar con demasiada frecuencia y quizá no funcionar al cien en el quehacer cotidiano. Expuso que la idea viene de Freud y entonces completó su opinión y respuesta: Y si persiste el duelo, es patológico y requiere otro tratamiento. Habría que decir también que a las industrias farmacéuticas y a los doctores les gusta medicalizar el duelo, suelen dar antidepresivos a quien lo padece para evitar la tristeza. No debe ser así, la tristeza hay que vivirla”.
Obviamente, eso pienso y creo, no es lo mismo un duelo por haber perdido a un ser querido que unas elecciones como dirigente. Tal vez un político me diría que acaso es peor.
Kraus, pues, basado en Freud, opina que un duelo bien llevado debe durar un año, y que si se pasa, entonces ya es una enfermedad. ¿Cuánto luto deben guardar Marlon Ramírez Marín y Joaquín Guzmán Avilés, cuánto deben vivir su duelo, su tristeza, como dice mi prima Irma que debe de ser? ¿Un año, como opina Kraus? (en una de esas, nunca en su vida van a olvidar la derrota, por lo contundente que fue).
Respeto la opinión de los dos médicos, y no dudo que desde su punto de vista, están en lo cierto. Pero sigo creyendo que en política así como hay que tener la piel más gruesa que la de un elefante y un tiburón, además escurridiza para que todo se resbale, el político tiene derecho a llorar y a llevar su duelo el tiempo que quiera, pero en privado, porque en público, luego de una estrepitosa caída como la del domingo, tiene que levantarse de inmediato y mostrar mucha entereza aunque por dentro su corazón esté goteando gotas muy gruesas de sangre y en forma continua. Pero ese es un precio muy alto que se paga. En política no puede haber tiempo para llanto y tristeza.
(Cómo recuerdo que estando recluido en Pacho Viejo, por orden de quien hasta entonces había sido su amigo, el presidente Ernesto Zedillo, al ya para entonces exgobernador Dante Delgado se le murió su padre. El gobernador Patricio Chirinos –Miguel Ángel Yunes Linares– le ofreció que podía ir a su sepelio, aunque bajo custodia policíaca. Dante no aceptó. Siempre he pensado en el dolor que debió haber vivido. Su duelo, su tristeza los llevó con mucha entereza en prisión. Dante era y es político. Sabía cómo es esto.)
Y es que, sigo creyendo, en política aplica muy bien el dicho de que camarón que se duerme se lo lleva la corriente. La vida sigue, no para. Ayer dije que Morena ya está trabajando con miras a la elección de 2024, y cité la visita para este viernes del presidente López Obrador a Paso Largo, municipio de Martínez de la Torre, para destrabar un problema con los vecinos a fin de concluir la autopista Cardel-Poza Rica, tramo Laguna Verde Gutiérrez Zamora (por cierto, me aclararon que quien desde hace dos años ha fungido como gestora ante el gobierno federal ha sido la senadora Gloria Sánchez), así como el trabajo del delegado Manuel Huerta con los programas sociales.
Debo hacer una precisión. El lunes platiqué con Manuel. Me dijo que el éxito de la elección había sido el pueblo. “Ellos son el motor de la transformación. No hay gobierno si no hay pueblo de por medio. El héroe es el pueblo”. Me aseguró que no se mete en asuntos electorales, que se dedica a trabajar en los programas de gobierno, que lo ha distinguido su trabajo por la democracia participativa, no electoral, y que ahora va a trabajar con miras a la revocación de mandato (allá por marzo de 2022). “Haremos que se refrende la confianza en el presidente, queremos que el pueblo nos diga que vamos bien”.
Ahí está. Tienen una meta intermedia. El próximo año. No van a dejar que se enfríen ni que se apaguen los motores de la 4T. Habrá otra consulta nacional. Después de lo del domingo, y de que siguen entregando los apoyos de los programas sociales, incluso incrementándolos, no veo quién dude que AMLO va a recibir apoyo mayoritario. Esa consulta les va a servir también de calentamiento para el 2024. Y ya están trabajando en ello. Por eso, la oposición no puede detenerse a vivir su tristeza, su duelo por lo del domingo, a menos que quieran que Morena acabe de tumbar los ladrillos de la alianza que todavía quedaron en pie.
Diez y Pepe, hombres fuertes del PRI
Fueron solo dos las cartas fuertes del PRI que ganaron la elección: Juan Manuel Diez Francos, como alcalde de Orizaba, y José Francisco Yunes Zorrilla, como diputado federal por el distrito de Coatepec. A los dos los caracterizan su honestidad; al primero, empresario también, su probada capacidad como administrador; al segundo, su calidad como político profesional.
Relativamente falta bastante tiempo para lo que viene, pero ambas son cartas fuertes para el relevo de la gubernatura. Los dos tienen buena imagen. Si al asumir sus nuevos cargos continúan haciendo bien su trabajo, uno como servidor público, el otro como legislador, se enfilarán para enfrentarse dentro de tres años a Rocío Nahle y a Ricardo Ahued, los posibles candidatos de Morena a suceder a Cuitláhuac García. |