Hoy las cosas son diferentes, el entusiasmo de AMLO por la consulta de revocación disminuyó considerablemente. Ya no hay dinámicas con el equipo de trabajo; ya no hay discursos de triunfalismo adelantado; ya no hay risas al tocar el tema, “es más, ya no hay punto”. En este momento al Presidente no lo calienta ni el sol, mucho menos las mañaneras.
Me hacen saber que el Presidente está sumamente molesto con Marcelo Ebrard y Mario Delgado, no así con Claudia Sheinbaum. Les achaca en buena medida lo ocurrido en la Línea 12 del Metro, y su posterior consecuencia en las votaciones. “Además, Andrés sabe que si Monreal alcanza la candidatura, podría borrar todo indicio del obradorismo para instalar un monrealismo”.
Si bien es cierto el tabasqueño le permitió a su Coordinador de Senadores coquetear con el 2024, no olvida aquel gran berrinche que hizo cuando no lo dejó gobernar a la CDMX, prefiriendo a Sheinbaum. “De hecho, AMLO sabe que con Monreal podría correr el riesgo de no hallar continuidad a su proyecto de transformación”, afirman.
Por eso AMLO se nota molesto y desencajado en las mañaneras; no es casualidad que actúe cada vez más como dirigente de su partido que como Presidente de la República. “Es una de las épocas más obscuras y silenciosas en los pasillos de Palacio Nacional desde el 2018… es una tumba”, me confían.
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