Quien está frito es Marcelo Ebrard que de esta no se va a levantar.
Marcelo hizo un excelente papel como Jefe de Gobierno del DF, pero quiso pasar a la historia con su Línea Dorada y le falló todo.
De acuerdo con Israel Navarro, reportero de Milenio, el 10 de agosto del 2012 el gerente jurídico del Sistema de Transporte Colectivo Fernando Cervantes Ramírez, reportó al director del Metro Francisco Bojórquez, que en la línea “se sentían bamboleos en los trenes y en las soldaduras”, amén de que había “tres mil aspectos que debían corregirse”.
Esto dio pie a que Bojórquez le dijera a Marcelo que la obra no estaría lista para la fecha prevista. Pero el jefe de gobierno insistió, visitó la Línea 12 con frecuencia, estuvo en las juntas de trabajo con los ingenieros, presionó, forzó, comprometió y se salió con la suya.
El 30 de octubre, ocho meses antes de lo previsto y a cinco días de dejar la Jefatura de Gobierno, Marcelo Ebrard subió a los vagones al Presidente Felipe Calderón, a miembros de su gabinete, a Carlos Slim, a fotógrafos, camarógrafos y periodistas e inauguró su Línea Dorada, mientras los ingenieros rezaban porque no ocurriera una tragedia.
Y no, la tragedia vendría después y junto con ella saldría a flote la corrupción de la que apenas se asoma la punta del iceberg.
La semana anterior el periodista Carlos Loret dio a conocer la existencia de un fideicomiso secreto en Asia, concretamente en Singapur, hasta donde llegaron recursos por 1,100 millones de pesos presuntamente vinculados a la construcción y operación de la Línea 12.
Otra: los trenes para esa Línea que en el mercado cuestan 420 millones de dólares, fueron rentados, sí rentados al gobierno capitalino en 1,580 millones de dólares. Es decir, al triple de su valor nominal.
¿Quién se prestó a tamañas transas?
Tanto el fideicomiso como la estratosférica renta de los trenes deberán ser aclarados por el líder nacional de Morena, Mario Delgado, que en ese entonces era Secretario de Finanzas del gobierno capitalino. ¿Será que al menos lo llamen a declarar?
Ahora, todo esto tuvo que pasar por el escritorio de Marcelo Ebrard, ¿o no pasó? Si no lo supo malo, pero si lo supo e hizo como que le habló la Virgen pésimo y funesto para el Canciller.
Si el trenazo lo dejó en automático fuera de la carrera presidencial, el pus de corrupción que salga de las cloacas de la Línea 12 lo pondrá en serios predicamentos. Lo mismo que a su alfil Mario Delgado.
Marcelo es un cadáver político que está en el hoyo, su tren rumbo a la Presidencia se le fue literal, el 3 de mayo en la estación Olivos, pero difícilmente pisará la cárcel.
Sigo insistiendo en que el chivo expiatorio contra quien caerá todo el peso de la injusticia que se va a cometer, será el pobre trabajador que soldó la malhadada trabe. Él será el que pague por los muertos, los heridos y por el tramo que se desagració. Y quizá lo acompañe en su pena el Director Responsable de la Obra. No más.
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