El 19 de mayo de 2020, con el subtítulo: “Ahora falta una reforma local para la revocación de mandato”, comenté que el 20 de diciembre de 2019 se había establecido en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos la revocación de mandato, mediante reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación y que aplicaba tanto para el Presidente como, en el caso de Veracruz, para el Gobernador.
Apunté que a partir de entonces la Legislatura local tenía 18 meses, que vencían el 20 de junio de 2021, para reformar la Constitución veracruzana a fin de regular el mecanismo de participación ciudadana relativo a la revocación de mandato y su ley respectiva, que es lo que se está haciendo ahora, aunque con unos días a destiempo.
Comenté que de acuerdo a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación aquel 20 de diciembre, una de las bases para la revocación de mandato decía: “La solicitud deberá plantearse durante los tres meses posteriores a la conclusión del tercer año del periodo constitucional, por un número equivalente, al menos, al diez por ciento de la lista nominal de electores… en la mitad más uno de los municipios…”, o sea en 107 en el caso de Veracruz.
Así, dije que de realizarse la reforma en el estado, en los 18 meses que tenían para hacerlo, si los veracruzanos querían revocarle el mandato al gobernador Cuitláhuac García Jiménez deberían solicitar la consulta respectiva a partir de diciembre de 2021 para realizarla ya en 2022, en lo que se organizaba.
Y puntualicé: “De todos modos, Cuitláhuac salió oportunamente a declarar que él no se opone a someterse al escrutinio ciudadano, dijo estar dispuesto a ello y que lo hará”.
Desde noviembre se pueden empezar a juntar las firmas
En la iniciativa presentada el martes pasado, se especifica que la ciudadanía con derecho a votar en un proceso electoral local puede comenzar a reunir las firmas desde noviembre próximo, o sea, dentro de cuatro meses, y que durante los tres meses subsiguientes (diciembre, enero y febrero) podrán presentar al OPLEV sus intenciones para celebrar el proceso.
Pero el tema no se agota ahí. Ahora hay que ver si después de la barrida que le dio Morena en la pasada elección, la oposición todavía tiene ganas de solicitar la consulta, para lo cual deberá conseguir 600 mil firmas de ciudadanos, si se toma en cuenta que la Lista Nominal de Electores hasta el 7 de mayo pasado era de 5 millones 979 mil 606 veracruzanos.
Inicialmente, hasta donde había platicado con algunos líderes opositores antes de la elección, una vez que el gobernador cumpliera sus tres primeros años el día último de noviembre, enseguida presentarían la solicitud de consulta.
Y también habría que ver si el gobernador mantiene la estructura que lo ayudó a ganar (en realidad adentro mismo comentan que el abrumador triunfo fue gracias al trabajo y a la estructura del delegado federal Manuel Huerta) y que trataría de inhibir el voto adverso que lo llevara a dejar su mandato.
Solo faltan cuatro meses para saber si se va a solicitar la consulta. Si ocurre, será interesante saber si en realidad Cuitláhuac tiene el gran arrastre que le permita seguir en el cargo o si, como se ha generalizado el comentario, el triunfo que obtuvo fue por los programas sociales del gobierno federal, por el dinero que gastó su gobierno, sin límites, y por los actos intimidatorios contra los opositores, incluso usando la violencia.
AMLO dijo que arrasará en la consulta
Sobre el tema, el presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó ayer que se someterá a la consulta de revocación de mandato, presumió una encuesta propia y dijo que barrerá pues tiene el aval del 72 por ciento de los mexicanos y que solo lo rechaza el 22.7 por ciento.
¿Yo, el Supremo, en México, 47 años después?
Caray. Con cuánta anticipación visualizó el escritor paraguayo Augusto Roa Bastos que el Doctor Francia, José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador paraguayo en la primera mitad del siglo XIX, el personaje de su obra Yo, el Supremo, publicada en 1974, iba a encarnar en México 47 años después en la persona de Andrés Manuel López Obrador.
Ayer, en El País, Javier Garza Ramos nos lo recordó:
“No saben más que chillar. No han enmudecido todavía. Siempre encuentran nuevas formas de secretar su maldito veneno. Sacan panfletos, pasquines, libelos, caricaturas. Soy una figura indispensable para la maledicencia”.
“Profetas del pasado, contarán en ellos sus inventadas patrañas, la historia de lo que no ha pasado. Lo que no sería del todo malo si su imaginación fuese pasablemente buena. Historiadores y novelistas encuadernarán sus embustes y los venderán a muy buen precio”.
Y dijo Garza Ramos: Estos pasajes bien pudieran ser una composición poética de los reclamos que diariamente se escuchan en la conferencia mañanera de Palacio Nacional.
Aclaró entonces: En realidad, son sacados de las primeras páginas de Yo, El Supremo, la gran novela de Augusto Roa Bastos...
Agregó: Pero el personaje novelesco no se resigna a sus críticos sino que los reta: “¡Impriman sus pasquines en el Monte Sinaí, si se les frunce la realísima gana, folicularios letrinarios!”
El comentario de Garza Ramos fue a propósito de la nueva sección en la conferencia mañanera de AMLO “Quién es quién en las mentiras de la semana”, donde el presidente, según él, trata de exhibir las mentiras que publicas los medios y sus críticos.
AMLO miente 88 veces en cada mañanera
En contraparte, El Universal publicó ayer, con base en un estudio de Luis Estrada, director de la consultora política SPIN, que el presidente López Obrador miente, en promedio, 88 veces en cada conferencia mañanera, lo que si se multiplica por 943 que ha dado desde el 8 de diciembre de 2018, ¡ha mentido en 56 mil 181 casos! Pero, lógicamente, él no se incluye en su nueva sección y, por el contrario, prácticamente se proclama con el dueño de la verdad, el único.
Javier Garza Ramos remató su artículo recordando que hace unas semanas se cumplieron 50 años de la publicación de los Papeles del Pentágono, el estudio sobre las decisiones que metieron a Estados Unidos en la guerra de Vietnam.
Recordó que la reacción del entonces presidente Richard Nixon fue acudir a tribunales para que impidieran que el New York Times y el Washington Post publicaran el informe. “Nixon estaba convencido de que sus adversarios querían destruirlo y empezó a elaborar una lista de enemigos. Después ordenó que fueran espiados. Uno de esos espionajes fue descubierto en el edificio Watergate”.
“Todo empezó porque el presidente se quejaba de lo que periodistas publicaban”. |