Este domingo pareciera haber regresado el ominoso pasado. Hubo denuncias de rellenos de urnas en casillas instaladas ex profeso para la consulta popular propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador contra sus antecesores.
De cualquier modo se cumplieron los pronósticos, la participación de los ciudadanos fue bajísima y los pocos que acudieron a las urnas votaron por el “Sí”. El porcentaje no es suficiente para que el resultado sea vinculante. Se requiere el 40 por ciento del total del padrón, más de 37 millones de votos. Ni en sueños podrían alcanzarlos.
La paliza y derrota política de AMLO ha sido apabullante. Acaso sea un adelanto de la revocación de mandato o de las elecciones del 2024. ¡Aguas!
Ayer en la mañana entrevisté vía telefónica y más tarde personalmente en la calle a mujeres y hombres. Dijeron haber olvidado o no saber que había votación, otros reconocieron que no les interesaba o no le entendían a la enredada pregunta.
Más de 500 millones de pesos han sido arrojados a la basura. Con o sin consulta, los expresidentes pueden y deben ser enjuiciados y si les comprueban latrocinios a la nación u otros delitos, que los encarcelen y expropien los bienes y el dinero malhabidos.
Le apostó tanto López Obrador a esta consulta que puede enfermar por el coraje. Esto sería lo grave. Ojalá, como él mismo recomienda a sus críticos, se serene o lo serenen. No es conveniente para México un presidente en mal estado de salud.
Incluso quienes no votaron por él, seguramente no desean que Andrés Manuel López Obrador enferme.
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