Hoy toma vuelo rumbo a la Rectoría con el impulso de un grupo de acelerados teniendo como cabeza de playa al exrector Raúl Arias, quien en el pasado ha tenido serios desencuentros con la Rectora saliente Sara Ladrón de Guevara, por no haberle permitido ser miembro de la Junta de Gobierno.
Y si no fuera tan crucial la próxima rectoría para el futuro de la educación superior de Veracruz no tendría sentido buscar al mejor candidato y que la institución siguiera con su camino de mediocridad, pero resulta que el regreso de Arias Lovillo, por interpósita persona, dejaría a la UV sumida en el marasmo burocrático, según estima la comunidad universitaria.
El punto, sin embargo, es la singular historia del aspirante Rafael Vela, quien es del dominio público que tiene problemas por su manera de beber y su carácter atravesado.
Durante el gobierno de dos años de Miguel Ángel Yunes Linares, fungió como subsecretario en Sedesol, encargado de hacer los estudios para mejorar los programas de desarrollo social.
Fue, sin embargo, despedido porque dichos estudios, propiedad del Gobierno del Estado, los registró como suyos en la Dirección General de Derechos de Autor, en complicidad con Darío Fabián Hernández González, otro de los aspirantes a encabeza esa máxima casa de estudios.
Los libros publicados por este individuo no le pertenecen siquiera a la UV. Ésta última no puede publicar obras sin el registro oficial de la Dirección General de Investigaciones.
Por esa razón los publica a través del Colegio de Veracruz, una institución que no genera conocimiento de investigaciones propias.
En resumen: las complicidades y transas se registran en un ambiente académico por proceso de definiciones y sería funesto que la UV en lugar de regenerarse sea hundida por complicidades de fechorías.
De hecho, ya mismo se observa que el periodo de la saliente, Sara Ladrón de Guevara se ha visto plagado de sospechas.
En días pasados el Órgano de Fiscalización Superior, observó un faltante de 1.6 millones de pesos en el 2019 y habría que ver cómo están los números de sus años de su gestión.
Sara cobró inusitada fama hace tres años por una residencia que de la noche a la mañana compró en 12 millones de pesos con los “ahorros” de ella y de su esposo, quedando bajo sospecha.
De ello tomó conocimiento la opinión pública veracruzana el 7 de mayo de 2018 cuando el columnista Armando Ortiz reseñó de esta manera la compra de la mansión:
“La humilde casa y terreno de Sara (Ladrón de Guevara) se encuentran en la calle Corregidora de esta ciudad de Xalapa, con superficie remanente de tres mil 547 metros 35 centímetros cuadrados, a un precio de 12 millones de pesos. Cómo ve usted, tal parece que esta funcionaria se quedó acostumbrada a las mañas, perdón, costumbres de los duartistas. Lo curioso, y eso lo recalca muy bien el memorándum de Gobernantes, de que en los «primeros cuatro años de su rectorado, Sara Ladrón de Guevara habría ingresado a su cuenta la cantidad de 9 millones 376 mil 704 pesos, cifra que, incluso sin gastar un solo peso, no le alcanzaría para cubrir los 12 millones de pesos de la propiedad adquirida»
En airada respuesta de la académica precisaría:
“La mitad la compró mi esposo, mi esposo tiene más de 50 años de trabajo, yo tengo más de 30 años de trabajo, fui secretaria Académica, Rectora de la Universidad y cumplí diez años de directora del Museo de Antropología de Xalapa, con más de 30 años de servicio y no es una compra que efectué sola, sino a la mitad, no soy el único sustento de la familia y es un asunto de patrimonio personal y familiar que cada centavo, tiene una procedencia honesta y corresponde a nuestro patrimonio familiar”.
En la lista de aspirantes a la Rectoría de la UV, un par de ellos con amplio prestigio académico, se encuentran José Luis Cuervas Galloso, Héctor Coronel Brizio, Beatriz Lira Rocas, Héctor Narave Flores y la eterna aspirante Rocío Ojeda Callado.
Ese es pues, el escenario del botín de la UV.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |