En 1886 el Presidente Porfirio Díaz, que amaba Tlacotalpan, ordenó la construcción de un teatro con todas las de la ley que se empezó en 1887 y se terminó en 1891 con un diseño del ingeniero Ángel Anguiano. Desde entonces se llamó Teatro Netzahualcóyotl, pero se le conoció pomposamente como el Coloso de Sotavento y abrió sus puertas el 31 de mayo de 1891 con la zarzuela El anillo de hierro.
El teatro estuvo en pie 12 años hasta que en 1903 un ciclón le pegó feo y quedó casi abandonado por más de 45 años.
En 1950 por órdenes del presidente Miguel Alemán se reconstruyó casi en su totalidad y su fachada fue modificada, pero debido a la decadencia principalmente económica de Tlacotalpan, las compañías teatrales dejaron de ir y el teatro se vino abajo.
En los años 90 los presidentes Carlos Salinas y Ernesto Zedillo le metieron mano a la restauración y el teatro recuperó su antigua belleza. En 1999 fue dotado de equipamiento con recursos del Programa de Apoyo a la Infraestructura Cultural de los Estados (PAICE) y quedó de lujo.
Si doy a conocer estos datos, lector (tomados del Sistema de Información Cultural), es para que el señor gobernador Cuitláhuac García Jiménez, que dará ahí un mensaje con motivo de su Tercer Informe de Gobierno sepa dónde se va a parar; en un teatro porfirista reconstruido y remozado por priistas.
A ver si no lo regañan por andarse metiendo en lugares fifís, neoliberales y conservadores. Pero sobre todo, a ver si no le salen ronchas.
P.D.
Como información al calce, el PAICE lo desapareció López Obrador porque era “un nido de corrupción”, pero no ha presentado ni una prueba.
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