La renuncia de las diputadas locales del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Lidia Irma Mezhua Campos y Perla Eufemia Romero Rodríguez a su militancia para adherirse a Morena en el Congreso, evidencia diversas lecturas.
Una de ellas, la altísima falta de probidad, juicio político, madurez, pero sobre todo deslealtad al partido que las postuló, recordando que les regaló la diputación, pues accedieron a ella sin mayor mérito que la designación e inscripción en una lista y de paso a la militancia que les ofrendó un voto de confianza vía ese instituto político.
Cierto es lo que afirma su dirigente Estatal, Sergio Cadena Martínez: “Este hecho lo realizan por decisión propia, en el libre designio de sus voluntades y como consumación de sus intereses estrictamente particulares.”
“La acción de las legisladoras es lo que comúnmente sucede en los tiempos difíciles; es la respuesta práctica ante el llamado tentador del poder” afirma Cadena Martínez.
Quien a su vez remarca, “el PRD sigue de pie y orgullosamente se muestra a la sociedad como una fuerza política opositora que lucha por la recuperación de un Veracruz paralizado, demandante de empleo, de educación, salud y de calidad de vida”.
Basta recordar que es precisamente el Sol Azteca esa oposición a la que el Gobierno del Estado debió enfrentar con todo y algo más, para con ello poderles arrebatar mayores espacios políticos en disputa.
Vamos, la intención obscena del Gobierno es eliminar al PRD, desaparecerlo y de paso hundirlo si es posible en el océano del olvido.
La muestra más clara fue el envío a la prisión de su líder moral, Rogelio Franco Castán, -al mismo que le han mostrado un encono inusitado- a quien pareciera que un segmento del perredismo lo ha dejado a su suerte.
Hoy una gran mayoría, parecen haber olvidado a Franco Castán, quien continúa librando todas las batallas desde el punto de vista jurídico, sin que nada, ni nadie dé la cara por el político tuxpeño.
Por el otro lado, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) transita entre la miel y la hiel, pues a pesar de convertirse en la oposición con mayor número real de espacios ganados en el pasado proceso electoral, hoy debe andar sin haber logrado llevar a sus curules a sus principales operadores en la entidad.
Así Javier Herrera Borunda y Marcelo Ruiz han tenido que aguantar vara, mientras el partido gobernante hace y deshace a sus anchas.
Quizá sea el precio a pagar por andar jugando con Dios y con el Diablo.
De todos modos, delante de su militancia han refrendado su aparente lealtad, esa que les representa 31 alcaldías con más de 100 puestos edilicios, entre síndicos y regidores, "además de las diputadas Citlali Medellín Careaga y Tania María Cruz Mejía que representan los votos genuinos del Partido y que serán el soporte de los ediles en el Congreso de Veracruz y gestoras ante el gobierno estatal y federal.
La nueva realidad de la oposición en Veracruz nos invita a cuestionarnos si es lo que merece una sociedad como la nuestra, o llegado el momento, se debe verdaderamente participar e intentar cambiar el statu quo de las cosas.
Al tiempo.
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