“Proceso y Carmen Aristegui nunca han estado a favor de nuestro movimiento yo sostengo que son independientes pero independientes del pueblo, que nunca se han involucrado nunca han hecho un periodismo en favor del pueblo”, señaló en conferencia de prensa desde Oaxaca.
El presidente destacó que Proceso y Carmen Aristegui presentaron una investigación sin fundamentos sobre un terreno que sus hijos recibieron a través de una herencia familiar.
“Hicieron toda una investigación mentirosa sin fundamentos para buscar mancharnos y la calumnia cuando no mancha tizna. Nada más aclarar que no es cierto lo que están planteando en su reportaje”, manifestó.
Extrañó a muchos la dureza de la postura presidencial sobre todo si se recuerda el trabajo que a lo largo de su trayectoria ha realizado la periodista Carmen Aristegui y la historia del semanario Proceso, a quienes hasta donde se recuerda López Obrador tenía en mejor consideración.
Respecto al trabajo de Aristegui, existen investigaciones periodísticas y posturas políticas con las que el mismo AMLO llegó a coincidir, como las relacionadas con el Caso Iguala y La Casa Blanca, e incluso López Obrador externó su apoyo a la periodista cuando fue víctima de censura y su espacio radiofónico cancelado como resultado del reportaje que hizo y que involucraba a la entonces esposa del presidente Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera.
Además, debe recordarse, que, a un mes de haberse celebrado las elecciones presidenciales del 2018, el mandatario federal defendió a la periodista y aseguró que durante su mandato procuraría su regreso a la radio.
“Iniciarás una nueva época, reivindicando el periodismo libre. Ahora sí que dando la recompensa a quien fue víctima de la censura, qué bien que los dueños de Radio Centro te abran este espacio, muy merecido. Con esto ganamos todos, mejora la vida pública del país, y se hace valer la libertad de expresión”, declaró el tabasqueño en una entrevista telefónica con la periodista.
Sin embargo, eso ya se olvidó y esta mañana aseveró que Carmen Aristegui no está a favor de su movimiento y que no existen “simpatías” tampoco entre su gobierno y Proceso.
“Carmen Aristegui escribe en Reforma y pertenece al grupo que apoya al bloque conservador. Ya no estamos en los tiempos de la simulación y hay muchos en nuestro movimiento que piensan que son personas que han ayudado al movimiento o lo apoyan, pues no”, afirmó.
Aristegui, Ricardo Rocha, el semanario Proceso, entre otros, que eran sus cercanos o al menos simpatizaban con la posibilidad de que López Obrador llegara a la presidencia de México, o que fueron críticos con los gobiernos del PRI y del PAN, ya cayeron de su gracia.
Este episodio nos hace recordar el ejercicio de un presunto derecho de réplica del presidente López Obrador en sus conferencias mañaneras llamado” Quién es quién en las mentiras de la semana”, en el que el gobierno federal responde o aclara lo que considera información tendenciosa o falsa que se publica para cuestionar decisiones, programas o acciones gubernamentales.
Ya con varias semanas de llevarse a cabo esta sección de las mañaneras, a cargo de Elizabeth García Vilchis, queda claro que se creó para cuestionar o burlarse de comunicadores o medios que le apetezcan al presidente.
Quienes se toman en serio este ejercicio inevitablemente hacen corajes. Unos porque creen reafirmar con ello su convicción de que son muchas las mentiras contenidas en los dichos presidenciales y de los de sus colaboradores. Otros de plano, como en el judo, utilizan la fuerza del oponente y ganan publicidad, auditorios o lectores al repetir sus reportajes o abrir nuevas vetas para explotarlos y causar la molestia de Palacio Nacional, y aprovechar salir en esta curiosa sección, como es claramente el caso de Carlos Loret de Mola y su sitio LatinUs.
Lo que es un hecho es que no hay que tomarse tan a pecho ni la sección de marras ni los enojos y catilinarias que hace el Primer Mandatario en sus mañaneras para refutar lo que le molesta de lo publicado en los medios. Es parte de su personal forma de ejercer el poder, y de su concepción de que quienes no comulgan acríticamente con el proyecto político que enarbola o que publican asuntos que exhiben temas incómodos al gobierno lopezobradorista son sus opositores o le hacen el juego a intereses conservadores o reaccionarios.
Una prensa a modo es el deseo de todos quienes gobiernan y ello lo logran los gobiernos vía el apapacho, los apoyos en efectivo a comunicadores o los jugosos contratos de publicidad a los dueños de los medios, y esto de alguna manera lo ha logrado también este gobierno, lo mismo en el ámbito federal que en el local, en Veracruz.
Ello se nota en los espacios y columnas donde se aplaude todo; como es evidente también la ruptura con medios y periodistas consentidos por anteriores gobiernos y que en este no encontraron acomodo, y que son, desde luego, los más acérrimos críticos.
Como es observable también, y a mi juicio es lo más saludable, atestiguar la distancia del coro de aplaudidores o de los críticos contumaces y viscerales, en muchos casos, de opinadores, articulistas, medios y comunicadores para quienes el ejercicio periodístico no puede ser panfletario o hacerle el juego deliberadamente a los adversarios políticos del gobierno.
Por eso en el episodio más reciente de las luchas de AMLO con los medios, es rescatable la respuesta dada por Carmen Aristegui:
“Yo simple y llanamente diría, para no darle muchas vueltas, que, efectivamente, se trata de no confundir y nadie quiere confundir en relación a lo que es el papel de cada quien, presidente. En Aristegui Noticias no estamos ni a favor ni en contra de su movimiento. Este espacio es simple y sencillamente eso, un espacio de periodistas”.
Y la prensa, los medios impresos, digitales, los espacios de opinión deben ser eso: espacios de periodistas. No vehículos o instrumentos para echar porras, quemar incienso, quedar bien o gritar loas. Ni canales para soltar los demonios internos, desprestigiar sin fundamento, decir medias verdades o mentiras completas en aras de satanizar al odiado personaje o partido político.
Sin equilibrio, mesura y objetividad, si es que la podemos encontrar, no se le da sentido al sentido social del ejercicio del periodismo. Y eso, es lo mejor sin duda, aunque se enoje quien se enoje.
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