El de el Puerto es un paso de estafeta terso dentro del mismo partido, el PAN, y todo hace indicar que los gobernados no percibirán cambios bruscos, que todo seguirá bien para ellos, como lo ha sido estos cuatro últimos años.
Por el contrario, en el municipio de la capital, Xalapa, las cosas están siendo diferentes.
Aunque el munícipe saliente y el entrante provienen de Morena, hay un verdadero abismo entre Hipólito Rodríguez Herrero y Ricardo Ahued Bardahuil. Es la enorme distancia que hay entre la soberbia y la decencia; entre la incapacidad y la eficiencia; entre la estulticia y la inteligencia.
Si bien el empresario xalapeño se distingue por su cuidado de las formas y su buen trato -lo que lo llevará a no expresarse mal del estado de la administración que recibirá-, el sentido común indica que lo que le entregarán será un verdadero desastre, como lo fue siempre la presidencia del doctor chilango, que fue una verdadera decepción para quienes confiaron su voto en él, allá en 2017.
Se sabe de nóminas infladas, de sueldos enormes, de grandes boquetes administrativos.
La contadora Cecilia Coronel Brizio, que está al frente del equipo que recibe, tendrá que echar mano de su vasta experiencia y de su innegable talento para comprender, primero, y poner orden, después, en los laberintos inexplicables de la comuna saliente.
Dos relevos distintos y dos situaciones opuestas. Uno lleno de orden y concierto, y el otro una calamidad, como lo fue el equipo que desgobernó a Xalapa por cuatro años de infierno.
He ahí la diferencia entre un alcalde eficiente y otro pésimo, ni más ni menos que el peor de la historia.
Vamos a ver ahora qué puede hacer don Ricardo...
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