Más que revocación, la intención aviesa es conseguir una ratificación popular que lo "obligue" a seguir en su mandato una vez terminado el sexenio.
Algo similar hicieron en Venezuela Hugo Chávez y Nicolás Maduro para perpetuarse por encima de la ley.
El gasto excesivo en la promoción gubernamental de la consulta y las reiteradas violaciones a la ley de los funcionarios más altos del morenismo dan una idea de la necesidad/necedad que tiene AMLO de reconfirmar la voluntad del pueblo que se volcó a las urnas en su favor en la elección constitucional de 2018.
Pero parece que la simpatía popular se ha ido modificando en estos tres años de incapacidad para gobernar, de escándalos de corrupción y de excesos del poder.
La soberbia y el empecinamiento del patriarca mesiánico tropical han reducido notablemente la aceptación con la que llegó al puesto.
Y ahora quiere mantener esa simpatía a fuerza de marrullerías.
La mejor forma de actuar a favor de México es hacerle el vacío a este ejercicio inútil, costoso y entrampado.
Quédense en casa este próximo domingo.
La patria se los agradecerá.
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