El negocio de las concesiones dejó de ser lucrativo
Durante muchos sexenios, en el Estado de Veracruz, el negocio de los taxis era sinónimo de prosperidad, ya que quienes tenían un juego de placas recibían automáticamente una buena renta que les permitía vivir con toda tranquilidad, hasta que al término de la administración de Fidel Herrera se decidió “comerse la gallina de los huevos de oro” y se repartieron las concesiones como si fueran volantes de mano.
Las placas de taxi eran una forma de control político, pues quienes las tenían y habían sido beneficiados, tenían también la obligación de participar en acarreos, marchas y mítines políticos de los candidatos en turno.
También eran una forma de pagar favores por servicios al gobernante en turno.
Incluso muchos periodistas tenían no uno ni dos, sino una flotilla completa de varios taxis.
Porque al final de cada gobierno, recibían una nueva concesión y así se iban favoreciendo de su relación con el poder en turno.
Hasta que al término de la administración de Fidel Herrera Beltrán, se vendieron no cientos, sino miles de placas de taxi en todos los municipios del Estado, con lo que se saturó la oferta de concesiones y su cotización bajó considerablemente.
El negocio de las concesiones de taxi dejó de ser atractivo y lucrativo, incluso quienes compraron placas tuvieron que dejar parados sus vehículos porque no sacaban ni para cubrir los gastos de gasolina, mantenimiento y pago del chofer.
Ahora que estamos en los tiempos de la Cuarta T, en que ya no se hacen las cosas como antes, se ha empezado a registrar otro nuevo fenómeno que afecta a los trabajadores del volante que tienen que competir por la clientela y finalmente a los propietarios de las concesiones.
Resulta que ahora además de los miles de taxis que tienen sus placas, están circulando un buen número de taxis -que pueden resultar piratas- porque no traen las láminas, sino que únicamente traen un permiso para circular.
Pero como se trata de un buen número de taxis, pareciera que se estuvieran duplicando, los que andan con las placas y los que traen un papelito pegado el cristal.
Se supone que cuando un taxi con placas deja de circular por alguna razón, entonces pueden sacar un permiso temporal para seguir trabajando.
Pero el hecho de que sean muchos lo que andan sin las placas y con “permiso para circular” hace pensar que algún funcionario está aprovechando la situación para llevar el agua a su molino.
Por eso sería saludable y conveniente que el Secretario de Seguridad Pública Hugo Gutiérrez Maldonado que anda organizando retenes para detectar autos chocolates, o motociclistas sin permisos, lo hiciera extensivo para checar como está eso de los taxis piratas.
Hay que recordar que ya en pasadas administraciones estatales, cuando se viene el cambio de funcionarios y se empiezan a revisar los modus operandi, se detectan las irregularidades que se cometieron desde las oficinas de gobierno.
No es casualidad que incluso, hasta un Director General de Tránsito haya ido a parar hasta el penal de Pacho Viejo, luego de que se descubrieron la forma en que se estaba trabajando en esa dependencia.
Por eso dice Pancho López, el filósofo xalapeño ateniense que “los carniceros de hoy, serán las reses del mañana” cuando ya no tengan el poder y se empiecen a conocer sus trapitos al sol.
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