Cuando este jueves un reportero le preguntó si los hechos sangrientos ocurridos durante su gobierno no le harían replantear la estrategia de seguridad contestó de inmediato: “Nooo, al contrario, este es el camino”. Y agregó: “Todo esto (los más de 121 mil 700 asesinatos en su sexenio) es el fruto podrido de una política de corrupción, de impunidad que se implementó desde los tiempos de Felipe Calderón”.
¿Tres años y medio no le han bastado para fumigar el huerto y evitar más frutos podridos?
El reportero insistió, “Es que ahora hay más violencia, más asesinatos que en los gobiernos anteriores” y Andrés Manuel contestó: “Siii, porque no se puede arrancar de raíz, de la noche a la mañana, de un día para otro, un problema que además se propició, se alentó”.
¿Quién propició y alentó los crímenes y matanzas? No lo dijo de manera directa, aunque dio a entender que fue Felipe Calderón.
El tabasqueño insiste sin éxito en que el rosario de asesinatos, masacres, secuestros y feminicidios perpetrados en su sexenio son culpa de los que se fueron cuando no es así. Aunque le cueste trabajo aceptarlo, los que se fueron sí persiguieron a los malos y jamás les ofrecieron abrazos. Si el crimen se ha disparado es porque los criminales tienen permiso y se saben impunes. No hay que olvidar que el presidente dijo que los protegería “porque esto ya cambió”.
Lo que sí aceptó es que en cuestión de asesinatos tanto Felipe Calderón como Peña Nieto le dejaron la vara muy alta (incluso levantó la mano hasta arriba) pero a Felipe ya lo rebasó.
Sobre el homicidio de dos jesuitas ocurrido en la sierra Tarahumara dijo: “Se me hace muy ruin, que se da un hecho como este lamentable… pero estos hipócritas (imagino que los conservadores) lo primero que hacen es voltear a ver hacia nosotros y hacia mi”.
¿Y hacia dónde quiere que voltee la nación entera si no es para verlo a él como responsable que es de la seguridad de los mexicanos?
Por la tarde satisfecho del deber cumplido, se fue a “macanear” al parque de beis de los tranviarios acompañado de su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller quien posteó una foto en sus redes: “Aquí echando novio con mi beisbolista favorito”.
Fue hasta el día siguiente que se enteró que ese jueves hubo 91 asesinatos en respuesta a los abrazos que sigue prodigando.
Han sido tantas las muertes violentas los últimos días que quizá por eso los reporteros olvidaron preguntarle sobre su promesa de hace un año.
El 24 de junio del 2021 cuando se cumplieron cincuenta días de la tragedia de la Línea 12 del Metro que dejó 26 muertos y más de 100 heridos dijo: “Ya puedo decirle a la gente de Tláhuac y a la gente de Iztapalapa y de Chalco, los que utilizan ese sistema de transporte, que a más tardar en un año estará funcionando de nuevo la línea con toda la seguridad”. Y para hacer más emotiva su perorata se llevó la diestra a la altura del corazón y remató solemne: “Es mi palabra”.
¿Y…?
Si su promesa se hubiera cumplido, desde el pasado viernes la Línea 12 estaría funcionando, pero nada. Basta pasar por el sitio siniestrado para saber que su reconstrucción va para largo.
Y este sábado, como corolario a una semana donde hubo tres masacres, donde resonó fuerte el clamor de la Iglesia Católica para que se detenga el baño de sangre, donde hubo un partido de beis que ganó la novena del presidente, también hubo la promesa de tiempos mejores.
En Malinaltepec, Guerrero, López Obrador aseguró: “Vienen los mejores dos años, los mejores de todo el gobierno, pero no sólo para el presidente, lo más importante de todo es que van a ser los dos mejores años para el pueblo de México”.
¿En qué se basó para decir eso cuando el crecimiento es nulo, la economía está agarrada de alfileres, la inflación sigue a la alza, se han multiplicado los pobres y las personas en pobreza extrema, ha derrochado miles de millones de pesos en obras improductivas y se está acabando el dinero de las arcas nacionales? No se basó en nada, sólo se le ocurrió.
¿Qué nos deparará el futuro los próximos dos años con López Obrador al frente de la presidencia? Híjole, de corazón quisiera que enderezara el camino, pero árbol que crece torcido…
Dos cosas son seguras: destapará a Claudia Sheinbaum o a Adán Augusto como candidatos a la presidencia (Marcelo no será el candidato de Morena) y México seguirá chorreando sangre.
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