“¿Quién en el cártel de Guadalajara se encargaba de pagarle a los políticos o los jefes del Ejército y la policía?
“Variaba –responde José 1–. Algunas veces lo hacía Ramírez Razo y en otras ocasiones (...) Javier Barba Hernández, un licenciado que trabajaba con don Ernesto. El licenciado Barba era a quien le tenía más confianza, su mano derecha y el supuesto jefe de los sicarios; le teníamos miedo pero, la verdad, no era bueno con las armas, especialmente con el cuerno de chivo. No veía bien –destaca.
“(…) Se dice que a finales de 1984 hubo muchos políticos importantes que se reunían con los jefes; ¿llegó usted a ver en esas fechas a algún funcionario importante reunirse con Fonseca Carrillo?
“Sí. “¿A quién? “A Manuel Bartlett Díaz. “¿En dónde lo vio reunido con Fonseca Carrillo? “En la casa de la calle de Lope de Vega. “¿Había alguien más, aparte de Fonseca Carrillo, en esa reunión?
“Caro Quintero, Salcido Uzeta, Félix Gallardo, Álvarez del Castillo, el Max y el narco hondureño Matta Ballesteros. “¿Vio a Bartlett Díaz reunirse con Matta Ballesteros? “Sí, señor, en la casa de Lope de Vega. Esa reunión fue con el fin de entregar un camión tráiler completamente lleno de dólares que estaban acomodados en cajas de cartón, de las de huevo Bachoco. El dinero se le iba a entregar a él y otros políticos y militares que estaban ese día en la casa –estaba también el general Juan Arévalo Gardoqui (secretario de la Defensa Nacional)–, y a Miguel Aldana Ibarra, que también estaba ahí junto con Zorrilla Pérez.
“¿Por qué asegura que las cajas de huevo estaban repletas de dólares? “Porque yo personalmente bajé dos cajas. Uno de los jefes me dijo: ‘Súbete y aviéntanos dos cajas de ahí’. Les aventé las dos cajas, las abrieron y todos los presentes vimos que estaban llenas de billetes de a 100 dólares.
“¿Sabe para qué era ese dinero?
“El dinero, hasta donde tengo yo conocimiento, por lo que vi y escuché (de) las conversaciones, era para la candidatura como presidente de la república de Manuel Bartlett Díaz.
“¿Está usted seguro?; ¿de qué fecha estamos hablando? “De finales de 1984. Fue antes de lo de Kiki Camarena: la casa de Lope de Vega la acababan de adquirir, era nueva.“¿Usted conoce a Bartlett Díaz? “Sí. ¿Con quiénes trataba Fonseca Carrillo para relacionarse con Bartlett? “Más que nada con quienes llevaban la voz cantante, porque Caro Quintero era muy hocicón, era con (Miguel) Aldana Ibarra, (José Antonio) Zorrilla Pérez y con el general (Juan) Arévalo Gardoqui.
“Respecto de las conversaciones que se hicieron ese día en torno del tráiler con los dólares en las cajas de huevo, José 1 recuerda que los políticos, militares y policías le plantearon a los capos del cártel el despliegue del cargamento.
“Caro Quintero dijo: ‘A mí me vale madre. Nosotros ya cumplimos; háganle como quieran y muévanle. Ése es problema de ustedes’. “¿Quién se llevó el tráiler? “Yo no supe. “¿Cuánto dinero calcula que había en el tráiler? “A como estaba el camión, completamente lleno, unos 4 mil millones de dólares. “¿Estaba Max cuando se entregó todo ese dinero en el tráiler? “Sí, también.“¿Usted no sabía quién era y qué hacía el tal Max? “Yo al Max lo vi dos o tres veces. “Héctor Berrellez (Jefe de la DEA en México), por su parte, sostiene que otros testigos reclutados por la Operación Leyenda confirmaron la versión del tráiler con los dólares que describe José 1:
“Uno de ellos (Victor Lawrence Harrison) nos dijo que los jefes del cártel asignaron a 16 personas durante 5 días consecutivos para que contaran los dólares. (Nos) aseguró también que fueron 4 mil millones de dólares los que había en ese tráiler, dice Berrellez.
“¿Fue esa la única vez que vio a Bartlett Díaz con los jefes del cártel, antes del asesinato de Camarena? “No –responde José 1–, lo vi una o dos veces más después de esa reunión. Lo vi en la residencia de Las Fuentes. Ésta era una de las casas más grandes, de dos pisos con ocho habitaciones, toda bardeada.
“Ahí lo vi en una fiesta de Fonseca Carrillo, estaban todos reunidos. Había bastantes judiciales del estado, estaba el comandante. “Por cierto, en esa fiesta estuvo el gobernador (de Jalisco) Enrique Álvarez del Castillo. Fue una cosa muy chistosa porque (...) llegó disfrazado; iba cambiado totalmente, con una gorra, una peluca de mujer, lentes, así fue como llegó y se metió a la casa.
“¿Qué celebraban en esa fiesta? “No recuerdo exactamente, creo que un cumpleaños. Pero hacían fiesta de todo y en cualquier rato, fiestas que duraban hasta semana y media. Mínimo tres días. “¿En qué lugar más vio a Bartlett Díaz con los jefes del cártel? “En una finca donde tenían las pipas. La finca está en Ciudad Granja. Se va uno por la López Mateos y, en la salida a Morelia, la finca está como a 500 metros a mano derecha, antes de cruzar el Periférico.
“¿Qué hacía ahí? “Fue a ver el equipo que tenía don Ernesto, las pipas, los tráileres y todo lo que había ahí.
“Era una propiedad bastante grande. De ese lugar salían los cargamentos. Ese lugar lo cuidaban los Dormidos (otro grupo de sicarios al mando de Caro Quintero).
“Bartlett Díaz llegaba siempre con una escolta de civiles. Era exagerado en su forma de actuar; presumido, porque cuando hablaba, cuando explicaba algo, se daba mucha importancia. Decía que él sabía todo. Desde mi punto de vista, Bartlett Díaz era muy voluble en ese aspecto. “¿Fue usted testigo de que le hicieran otro pago, además del dinero que estaba en el tráiler? “No que yo supiera. “¿Qué era lo que decía Fonseca Carrillo o Caro Quintero de Bartlett Díaz? “Después de la entrega de ese tráiler nos metimos toda la gente a la casa; el tráiler se quedó afuera, estacionado. Se abrieron unas botellas de coñac, los jefes tomaban mucho Martell.
“Comenzaron a tomar y otros a fumar basuco. “Rafael dijo: ‘Ya cumplimos’, y añadió: ‘Ahora hay que ver la respuesta de estos hijos de su chingada madre’.
“Don Ernesto dijo: ‘Yo creo que sí cumplirán porque se ve que está formal todo, hemos cumplido y estamos tranquilos’.
“Cuando salimos, ya no estaba el camión”.
Manuel Bartlett despacha ahora como director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el régimen cuya política contra el crimen organizado es la de “abrazos, no balazos”, no muy diferente a la de “billetazos, no balazos” de hace seis sexenios cuando el político poblano era el presidenciable secretario de Gobernación.
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