Aunque con las acusaciones que pesan en su contra por secuestro y tortura tiene para estar 50 años en prisión, al ex fiscal oaxaqueño lo están señalando (al menos mediáticamente) de abusar de su poder, de ser el brazo ejecutor de Yunes Linares, de encarcelar inocentes, de pasar por encima de la ley, de chantajear, extorsionar y fabricar delitos. Y todo esto al parecer es cierto hasta que se demuestre lo contrario.
“Como fiscal fue injusto, cínico, arbitrario y hasta impúdico”, me dijo un analista que lo conoce bien.
Para la historia quedará la persecución y detención de Juan Antonio Nemi Dib y la del ex gobernador interino Flavino Ríos Alvarado, a quienes mandó a prisión sin la menor contemplación tras inventarles delitos que jamás cometieron.
Así fue Jorge como fiscal, obediente de las ordenes de su vengativo jefe y a años luz del abogado que debió ser de los veracruzanos. Pero el karma es el karma.
Jorge es un ex funcionario caído en desgracia por el que nadie ha movido un dedo. Acaso la diputada federal María Josefina Gamboa, su amiga de años. Y el Partido Acción Nacional cuya dirigencia le dedicó unas palabras hueras, de puro compromiso. Esto a pesar de que Winckler no es panista sino yunista hasta el tuétano.
De ahí en fuera todo ha sido silencio.
Quizá el silencio que más conjeturas ha despertado es el de Miguel Ángel Yunes Linares que no ha dicho ni media palabra sobre la detención de quien fuera su devoto y obediente fiscal.
Cuando detuvieron al perredista Rogelio Franco Castán, Yunes Linares condenó el hecho, lo mismo sucedió cuando detuvieron a quien fuera su sub secretario de Finanzas, Bernardo Segura, detención que calificó como una atrocidad. “Sin embargo hoy que detienen a su perro faldero Yunes calla de manera ignominiosa” me dijo el analista.
¿Será que en efecto lo ofrendó a Cuitláhuac García para que éste lo inmole? Quién sabe lector, aunque todo cabe dentro de lo posible.
Que a 48 horas de la detención de Jorge, su jefe, amigo y padre político no se haya pronunciado, es algo que debe tener inquieto, ansioso e irritable al ex fiscal, porque aunque suene a contrasentido, es un silencio que está produciendo mucho ruido; sobre todo entre la clase política de Veracruz.
Un ruido que debe estar taladrando los oídos y partiendo el corazón de quien fuera el más sumiso y fiel de los vasallos de Miguel Ángel, convertido ahora en un preso más del penal de Pacho Viejo.
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