De entrada, en el informe de la Comisión Presidencial no se les menciona y el propio López Obrador ha descartado que, al menos por ahora, existan elementos para responsabilizar al ex presidente Enrique Peña Nieto y al ex titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, el general Salvador Cienfuegos, a quien esta administración incluso fue a “rescatar” de la prisión estadounidense donde fue ingresado acusado de tener vínculos con el narcotráfico, mismos que el gobierno mexicano, una vez que logró su repatriación, jamás investigó.
El informe de la Comisión centra sus señalamientos en la extinta Procuraduría General de la República y en distintos funcionarios -uno de ellos, Omar García Harfuch, pieza clave de la “presidenciable” Claudia Sheinbaum, lo que le añade “jiribilla” al informe- que habrían montado la versión conocida como la “verdad histórica”, por propias palabras del hoy imputado y detenido Jesús Murillo Karam. Por cierto,
Pero con esos elementos no puede sostenerse tampoco que haya sido un “crimen de Estado”. No si la procuración e impartición de justicia no llegan a quienes tenían a su cargo las más altas responsabilidades en México al momento del homicidio de los normalistas. Asesinato que el lopezobradorismo fuera del gobierno se negó a aceptar, exigiendo su presentación con vida y que hoy, tras cuatro años en el poder, no le ha quedado más remedio que aceptar, cuando siempre fue evidente que era imposible que siguieran vivos.
Lo que salta a la vista es el uso político que siempre se le ha dado y se le sigue dando al caso Ayotzinapa. La narrativa del “crimen de Estado” le dio grandes dividendos electorales al movimiento lopezobradorista y por eso buscan mantenerla a como dé lugar, en la víspera de las elecciones en el Estado de México y de la propia sucesión presidencial.
Pero no puede haber un “crimen del Estado” sin que la cabeza del mismo esté involucrada y se le llame a cuentas. Y no parece que haya intención de ir contra Peña Nieto. Muchos menos, contra los altos mandos militares, a los que López Obrador trata con algodones y consiente como nunca en la historia de México.
El gobierno de la “4t” estaría “catafixiando” las “verdades históricas” por “crímenes de Estado a la carta”, a conveniencia y hasta a la medida.
Por demagogia, para no caer en eufemismos.
El número 15
Con el de Fredid Román en Chilpancingo, Guerrero, se registran 15 asesinatos de periodistas en México tan solo en lo que va de 2022, lo que perfila a este año para convertirse en el más letal de la historia del país para el gremio reporteril.
Otro rasgo que definirá los tiempos de la “4t”.
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