Caray, qué pena.
Si se hubieran cumplido las expectativas de los 30 millones de mexicanos que votaron por él en 2018, hoy hubiéramos escuchado de boca del presidente Andrés Manuel López Obrador el relato de cómo México se había convertido por fin en un país con un gobierno magnífico, el que se merece este pueblo heroico, singular, maravilloso.
Qué gusto habríamos tenido de celebrar todo lo que se estaba haciendo bien, unidos pueblo y gobierno en un cambio dirigido, bien hecho, innovador.
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Imaginen por un momento esa utopía:
- El NAIM se había terminado de construir después de limpiar las corruptelas en los contratos de construcción. Así, tendríamos en la realidad y no en la imaginación mentirosa de un solo hombre el mejor aeropuerto de América Latina y uno de los mejores del mundo; un polo de desarrollo para el turismo y los negocios internacionales; un motivo de orgullo para todos los mexicanos.
- El relato de esta fecha tendría que ver con la buena nueva de que estábamos empezando a dejar de depender del petróleo para mover al país. México sería la nación a la vanguardia de las energías limpias, que no afean el paisaje sino que lo conservan para las nuevas generaciones.
Tal vez el Presidente de Todos anunciaría una inversión de 20 mil millones de dólares para que los mexicanos pudieran comprar autos eléctricos a precios accesibles.
- La selva maya sería convertida -nos podría anunciar - en la reserva ecológica más grande e importante del planeta, con sus selvas y sus cenotes sagrados a salvo para siempre.
No habría tren, pero sí una naturaleza hermosa, salvífica, protectora.
- Y lo más importante de todo, celebraríamos el día de la concordia nacional, con todos los habitantes de este hermoso país unidos en un solo objetivo, ser felices aunque no tengamos permiso.
Los liberales y los conservadores, los fifís y los chairos, los pudientes y los pobres (que ya serían muchos menos gracias a los programas de apoyo a la inversión productiva), los de izquierda y los de derecha, los partidarios de Morena y los miembros de los otros partidos políticos… todos, todos, todos unidos a una, como Fuenteovejuna, para construir la mejor nación del mundo.
Imaginen que no hubiera gritos, que no hubiera pleitos de vecindad, que no hubiera familiares metidos en negocios inconfesables.
Imaginen…
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