El acalde Ricardo Ahued quien arrancó con todas las expectativas y respaldo, hoy es recordado por los capitalinos de otra manera. Ello por más que advierta que no permitirá más dilación en la obra pública, ni la corrupción y mucho menos los moches.
En visitas sorpresa, el edil ha descubierto obras de bacheo paradas e incluso sin la maquinaria dispuesta, lo cual le ha provocado un disgusto momentáneo ya que no se sabe, al menos de manera pública, de cancelaciones a los prestadores o que se hayan fincado responsabilidades de carácter civil ante la autoridad.
La peor estrategia que ni un subdirector de obra pública aplicaría, fue abrir 50 frentes de reparación de bacheo y construcción de nuevas calles por toda la ciudad.
A ello se sumó, en parte, el ordenamiento del drenaje público, reparación de colectores obsoletos o en mal estado y la energía eléctrica subterránea donde se requirió.
Todo ello a la vuelta de los días, semanas y meses, dieron lugar a la gestación de un paraje lunar.
Al principio el ánimo colectivo fue en el sentido de aceptar que eran obras que provocarían molestia pero con beneficios a futuro, sin embargo, la irritación ciudadana creció y creció hasta la histeria y maledicencias al quedar prácticamente congestionada la ciudad.
Ya mismo atreverse a entrar al centro histórico, incluso caminando, es toda una aventura.
Hay quienes para llegar a su domicilio tienen que brincar bardas y, en esta época de lluvias, saltar hoyancos para finalmente llegar a su destino con el lodo hasta las rodillas es lo común.
Y no hay para cuando. Se dice que para fin de año y se asegura también –como dice la canción- que para abril o para mayo, pero…
Ello tiene muy molestos a los jalapeños y obviamente ha golpeado la imagen pública del alcalde por más que sus apologistas lo justifiquen e incluso, lo consideren el próximo candidato de Morena a la gubernatura, cosa que jamás ha pasado, ni pasará, por la mente de Cuitláhuac, ni de su patrón que en abierto le apuestan a Rocío Nahle.
A la par del problema de la obra pública y los abusos de autoridad se suma un tema al que Ahued le apuesta al olvido, el caso Hipólito.
Se acerca la fecha del primer año de gestión municipal y no hubo poder ni ley alguna que permitiera llevar a su antecesor, Hipólito Rodríguez, a rendir cuentas en torno al peor de los mandatos que registra la vida pública en Xalapa.
La impunidad impera so pretexto de que no se puede barrer para atrás, ni averiguar qué pasó con los dineros desviados en el organismo del agua CMAS, ni las raterías consumadas y comprobadas en las luminarias públicas que resultaron un fiasco, ni el monto real de los subejercicios de su administración que alcanzaron hasta el 70 por ciento del presupuesto anual.
No hay registro de los más de 80 aviadores que el raro exalcalde llevó en su administración ¿siguen cobrando?, ni del nepotismo empezando por sus hijastros en CMAS, menos de sus equiperos que hasta sus mascotas metieron a la nómina.
Nadie se ocupa de indagar las causas del por qué no se aprovechó el crédito de 60 millones de dólares entregados por el Banco Interamericano de Desarrollo para la compra de un Biodigestor que terminaría con el problema de la basura y menos que pasó con los presupuestos para programas de limpia pública y seguridad municipal.
Al inicio de la administración de Ahued declaró que había investigaciones en curso, pero de pronto todos –ORFIS incluido- guardaron silencio.
Es por ello que el funesto Hipólito, compadre de Manuel Huerta, aliado en intereses financieros con el secretario de Gobierno, Erik Cisneros y protegido forzoso de Cuitláhuac, sigue en la impunidad.
Ello pone en tela de juicio la imparcialidad y respeto a la ley que debe acatar Ahued a quien por lo visto poco importa la impunidad con que se mueve el ex.
¿Y así quiere ser gobernador?
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
Si de confiar se trata los sondeos estadísticos son la peor herramienta para medir la preferencia ciudadana. |