Se menciona que de acuerdo con los documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional hackeados por el grupo de activistas digitales Guacamaya, el Centro Regional de Fusión de Inteligencia del Sureste identifica como jefe de la plaza de Veracruz del Cártel Jalisco Nueva Generación a un sujeto de nombre Efraín Martínez Gómez, alias “El Fantasma”, quien mantendría el control en una amplia franja territorial que comprende las localidades de La Tinaja, Cosamalopan, Jáltipan, Acayucan, Cosoleacaque y Minatitlán.
De acuerdo con conversaciones intervenidas por la Sedena al “Fantasma” desde 2021 y asentadas en los informes del Centro Regional de Fusión de Inteligencia del Sureste, éste le paga a cada uno de los retenes de la Guardia Nacional en la zona tres mil pesos por cada camioneta de tres toneladas cargada con migrantes.
La información de los reportes de la Sedena filtrados por Guacamaya y mencionados en el reportaje señala que entre las autoridades cooptadas por los criminales está la Guardia Nacional apostada en La Tinaja, la policía estatal y municipal en el municipio de Las Choapas, la fiscal regional de Acayucan y el integrante de un grupo antiasalto de “una fiscalía” que, aunque no se puntualiza con exactitud cuál sea, lo más probable es que sea la propia Fiscalía General del Estado.
También se menciona la vinculación de integrantes de esas redes criminales con personal de la Guardia Nacional en los municipios de Cuitláhuac, Acayucan e Ixhuatlán del Sureste, identificados por sus alias “Caminos”, “Comandante España” y “Comandante Fénix”, respectivamente.
Todo ello sucede en las narices de las autoridades federales que venden la idea de que la Guardia Nacional militarizada es la panacea para brindarle seguridad a la población; de las autoridades estatales que juran que llevan a cabo una “limpia” de los cuerpos policiacos y que gracias a su Fiscalía se han “reducido” los delitos; y de las autoridades municipales que están a merced de los grupos delincuenciales que las colocan ante un viejo dilema: plata o plomo. Y no es difícil imaginar por cuál camino optan.
Pero en Veracruz, a los que se hicieron –y se hacen- de la vista gorda ante la descomposición de la entidad los alaban, los premian y cuando son insostenibles ante el desastre causado –y la evidencia de complicidad con la delincuencia-, los despiden como si fueran héroes.
La verdad es que todo está podrido. Y peor que se va a poner.
Sin pies ni cabeza
Para que se “reestablezca el tejido social roto”, en la Universidad Veracruzana renunciaron a la directora de la Facultad de Psicología en Xalapa, mientras el rector sin Twitter ya no sabe ni por dónde le va a explotar la siguiente bomba.
¡Ah, pero qué tal “dirige” la UV a punta de boletinazos!
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