En cualquier evento al que asistiera un Presidente, la logística de seguridad era ruda, impecable e impenetrable y, el acercamiento del pueblo era sumamente limitado. Porque tampoco se puede negar que los eventos presidenciales estaban llenos de acarreados, y quien opine lo contrario peca de una ingenuidad bárbara.
Pero el ver al presidente AMLO caminar entre miles de personas sin un círculo de seguridad evidente es digno de destacar.
Claro, tampoco se puede pensar que no tuvo seguridad, seguramente estaban alrededor de él personal de su grupo de élite, pero eso no quita el hecho de que cualquier otro Presidente no hubiera hecho en México lo que él hizo. De hecho lo abrazaron, lo besaron, lo cargaron, se tomaron selfies con él,
Y no, no es que el pueblo lo defienda, como él lo ha señalado, pero sí que entre esas hordas de acarreados había miles y miles que aprovecharon el “aventón” porque sí querían estar en la marcha y posterior mitin.
Esta marcha pasará a la historia, no por la cantidad de personas que acudieron, sino por ser la primera de esta magnitud organizada y promocionada por la misma élite del poder y porque las autoridades caminaron entre los mortales y se fusionaron con el pueblo sin mayor empacho.
Lo mismo que AMLO, los gobernadores. Cuitláhuac García Jiménez, por ejemplo, acudió a la marcha acompañado de un enorme contingente de veracruzanos que pagaron (a la buena o a la mala) su viaje, sacrificaron su fin de semana y caminaron por Reforma.
Incluso el propio Cuitláhuac García no pudo llegar al lugar destinado a los gobernadores pues la cantidad de personas era impresionante. ¿En qué otro evento un gobernador se habría quedado sin lugar sin hacer un tremendo alboroto?
La marcha de este domingo puede gustarle o no, pero no podrá negar que lo que hizo AMLO ni en sueños lo hubieran hecho Peña Nieto o Calderón.
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