El Bola #8, como el viento, un mal día, allá por el 2018, llega a Veracruz bajo el amparo de Rocío Nahle, para encaramarse como el segundo del gobierno de Cuitláhuac García.
Es ahí, en ese infausto momento cuando empieza la leyenda negra.
Agrio de carácter y sin valores ni ética, asume pactos inconfesables sin salirse de la línea la política nacional de aliarse con el crimen organizado, pero no con cualquier Cartel, sino el de los chapitos.
Violento, de pocas palabras y muchas amenazas, periodistas incluidos, y siempre rodeado de puro malencarado empistolado y, como buen macho acomplejado, invariablemente acompañado de una pléyade de odaliscas, algunas ya muy aplaudidas, a las que premia con largueza con dinero y puestos de relevancia en el gobierno.
Sus alcances, aparte de ejercer una poderosa influencia sobre un debilucho sin carácter como lo es Cuitláhuac, se extiende a las áreas responsables de la procuración de justicia hasta donde llegan sus dotes amatorias, el resto del gabinete se cuadra, como debe de ser, y se pasa por debajo del ombligo el 145 constitucional que habla del municipio libre
Ya mismo, Bola #8, es considerado dueño de vida y haciendas.
Asentado en Coatepec y amparado por el crimen organizado, este célebre morenazo finca su enclave de poder lo cual le permite -desde fuera estando dentro- tender importantes redes de negocios ilícitos.
Así, a la mala, se ha convertido en el más importante proveedor del gobierno… y de los 212 municipios.
Amo y señor de los contratos de obra, proveedor de bienes materiales, de papelería de oficina, venta y renta de equipo y todo tipo de insumos, es asimismo acreedor a las cuotas por derecho de piso.
Siempre tiene abierto el cajón del dinero sin comprobar de la Secretaría de Gobierno, recibe moches de la clase política afín y de los servidores públicos tramposos y rateros que para sobrevivir tienen que salpicar.
Ese es su poder financiero y alcance político.
El legendario Bola #8 sabe, sin embargo, que es flor de un día, perdón, que es artiga sexenal y que si las cosas no salen como espera, necesita un blindaje, un fuero que lo saque de Veracruz y que si gana la oposición no lo metan a la cárcel o le revivan hechos de sangre en los que repetidamente ha sido involucrado.
Hay muchos que le traen ganas.
El Bola #8 es de los que juega fuerte, de hecho, se excede y en aras de defender a la patrona ha cometido serios agravios y errores de gran calado como el registrado en días pasados en contra del segundo de a bordo, pero a nivel república, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
El responsable de la política interior es eso, un secretario -el más importante- del presidente de la República. Es quien acata el mandato de jefe del ejecutivo y no mueve una sola pieza del ajedrez político sin la venia del señor.
En días pasados este alto funcionario vino a Veracruz a dejar un mensaje de inclusión política en favor del diputado Sergio Gutiérrez Luna, en pocas palabras, vino a “destaparlo” como candidato de Morena a la gubernatura.
Bueno, pues esa lectura tan simple que no fue más que una orden presidencial, se tradujo en que el Cuícaras se fuera al día siguiente a la ciudad de México a llorar con la comadre de Nahle, la corcholata Claudia Sheinbaum y encargarle al Bola #8 dar respuesta al enviado presidencial.
“Algunos quisieran regresar a ese pasado turbio y oscuro; por eso se reúnen con personajes muy cuestionados en Veracruz”, expresó el secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos refiriéndose directamente a Adán Augusto López Hernández y al Diputado Federal Sergio Gutiérrez Luna”.
¿Por qué tal atrevimiento?
Hay quien interpreta esa indisciplina como reflejo del estado de debilidad que vive López Obrador en el ocaso de su gobierno, lo cual resulta poco probable.
Hay quien sostiene, sin embargo, que el mensajero no debió ser él, ya que si alguien tiene un “pasado turbio y oscuro” es precisamente él.
La otra lectura es que Nahle se jugó el todo por el todo utilizando a su brazo armado, el Bola #8, para descomponer el juego sucesorio en Veracruz, tercera reserva electoral de la república, a sabiendas de que, si alguien tuviera que pagar los platos rotos no sería ella.
El punto es que en las últimas horas ha corrido la versión de que habrá cambios en el gobierno, cambios que permitirían una sucesión aterciopelada en favor de Gutiérrez Luna.
Y al estilo de estos bárbaros, el Bola #8 será crucificado, lapidado públicamente.
No habrá compasión contra quien sería implicado por el asesinato de la alcaldesa de Jamapa, Floricel Ríos. Tampoco libraría responsabilidad en la ejecución de otra edil, la de Mixtla de Altamirano, Maricel Vallejo Orea.
Y en los ilegales encarcelamientos de Pasiano, Rogelio Franco, Del Río Virgen y el secuestro de Gregorio Gómez Martínez, candidato a la alcaldía de Tihuatlán.
Le habrán de desenterrar el testimonio de la magistrada Presidenta del Tribunal Superior de Justicia, Sofía Martínez Huerta, amenazada de muerte por Eric Cisneros, lo cual obligó su renuncia al Poder Judicial y refugiarse en Puebla donde muere.
Las atrocidades cometidas recientemente en Sayula de Aleman en donde quedó al descubierto la complicidad de Cuitláhuac y Eric, al darse a conocer que la alcaldesa negoció con la delincuencia y a pesar de ello la protegen.
En fin, son muchas las pillerías por las cuales, en otras circunstancias, no tendría por qué rendir cuentas, salvo ahora que su destino cambió al subírsele a las barbas al segundo de López Obrador, que pesa más que Nahle, el Cui, Claudia y este pobre gordo.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |