Los que estuvieron al frente de un PRI, un partido desmantelado y colocado a nivel del Verde y el PT a punto de desaparecer, ya se van y poco vale la pena llenarlos de más calificativos y denostaciones bien merecidas.
Mejor darle la vuelta a la página y ocuparse de lo que realmente importa.
Hoy una alianza en ciernes reclama liderazgos, gente que encabece los anhelos ciudadanos y no deje pasar la oportunidad histórica que da el despertar de la sociedad civil.
No es necio insistir en que la garra ciudadana mostrada el domingo deja en claro que aún es tiempo de construir y avalar liderazgos mismos que pueden o no surgir de los partidos, pero sin duda deberán ser legítimos y dignos para el cambio que se pretende.
Ayer coincidían Alfredo Bielma y Agustín Basilio de la Vega en que no es posible alcanzar el éxito electoral sin acuerdos, propuestas y buenos candidatos.
“La peor idea que pueden tener las fuerzas opositoras sería imponer a cualquiera de sus dirigentes como candidato o candidata presidencial o gobiernos estatales que van a elecciones”, sostuvieron los analistas.
Es por ello que estamos a tiempos de observar y decidir hacia dónde va la coalición.
Hacia donde van algunas dirigencias como la de Dante Delgado, empeñado en guardar hasta el final su decisión de alianza y el nombre de su abanderado nacional y estatal en donde han trascendido los nombres de Luis Donaldo Colosio y Pepe Yunes.
En donde el PAN se limpia de lastres y observa y decide, si saldrá o no de su partido el candidato en el entendido que solo ganará con el apoyo del resto de los partidos en alianza.
Y un PRI que obligadamente debe iniciar un proceso de reconciliación con los de casa, alejar a los traidores y pillos; buscar una plataforma que concilie y regrese a los que se quedaron a la vera del camino tras ser despreciados y ofendidos; que concite a sus mujeres que, paradójicamente, se conservaron fieles a la institución hasta el borde de la muerte.
Nunca fue más atinado el llamado del vapuleado Felipe Calderón el pasado 20 de febrero al invitar a los partidos políticos a que se reagrupen rumbo al 2024 y definan a su líder y candidato presidencial, a partir de la participación ciudadana.
“Vamos a la búsqueda de la resurrección ciudadana”, escribió el ex presidente en el diario Reforma.
La que hoy vivimos es una resurrección que en modo alguno recuerda a la Corriente Crítica del PRI que nació en 1986 encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, un movimiento que después se convertiría en Corriente Democrática, luego en PRD para, en el 1988, ganar la Presidencia de México con un Cárdenas que finalmente sería desconocido por el aparato gubernamental vía fraude.
Pero no los alejemos tanto.
2024 se abre –más en estos momentos- como la mejor opción ciudadana para que los partidos políticos capitalicen la irritación ciudadana, para que la lleven a las urnas e impidan que el imperio conservador –que no liberal como presume AMLO- arrebate las urnas y nos imponga otros seis años más de lo mismo.
Por lo pronto no deja de ser interesante que en el caso de Veracruz aspirantes como Pepe Yunes declare que sí aspira, pero que primero son las propuestas a la ciudadanía, la plataforma de acción y los compromisos “para luego determinar el nombre del candidato”.
Hoy que Julen, el de Orizaba, Juan Manuel Diez y hasta Héctor Yunes se han autodestapado, conviene la prudencia.
Primero sumarse, luego decidirse por el mejor, el más honesto, el de la credibilidad, el que verdaderamente nos garantice el cambio tras una decena trágica de tanto desmadre y raterías.
La de hoy habrá de ser una decisión siempre pensando en México, siempre pensando en Veracruz.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |