A Cuitláhuac le da amnesia cuando le recuerdan que desde el arranque de su administración, el 98 por ciento del presupuesto estatal destinado a obras y servicios, los ha entregado a aliados, amigos… y fantasmas.
No registra que desde el arranque en 2018, la opinión pública conoció las rapacerías en el DIF, que administra Nitzia Guerrero, hija del primo hermano Eleazar Guerrero.
Nunca tomó fe de denuncia alguna cuando se supo de los mil millones de pesos en medicinas caducas; la compra de las patrullas de la SSP adquiridas a precios millonarios; los 3 mil 140 millones no ejercidos por SIOP, ni la entrega imaginaria de obras que no existen.
Menos quiere acordarse de la desaparición de 2 mil 400 millones en subejercicios, la doble contabilidad de su gobierno que descubrió el SAT y los desfalcos que ha venido desvelando ORFIS.
Desde luego que eso de las empresas fantasma no es nada nuevo para la 4T.
Desde el 2020 el columnista Armando Ortiz reveló en su portal “Libertad Bajo Palabra”, su existencia en la Secretaría de Salud.
Elhensa era una de ellas.
En un reportaje publicado el 15 de enero de 2020 escribió: “Si usted pone en el buscador de Google “Elehnsa S A de CV. Sesver pdf” le habrán de salir innumerables enlaces hacia el sitio web de la Secretaría de Salud de Veracruz. Elehnsa cuyas oficinas están en Araucarias No. 22 Colonia Higueras en Teocelo, Veracruz, es una de las empresas de reciente creación que Antonio Pola Navarro utiliza para otorgar millonarios contratos de manera directa”.
“Elehnsa ha participado y ha licitado con otras empresas como 3L Phrama, Proinher, Megabits Solutions, Grupo Desarrollador de Sistemas de Voz y Datos y Policarpo Carvajal Santamaría como persona física”. En esa ocasión acudimos a la dirección fiscal de la empresa Elehnsa en Teocelo y sólo encontramos una casucha abandonada”.
“En el caso de Policarpo Carvajal, descubrimos que era un vendedor de limones en Cardel, Veracruz”.
En aquel momento, prácticamente al terminar el primer año de gobierno, la nota causó furor entre la opinión pública, pero Cuitláhuac volteó la cara, simplemente ignoró la revelación.
Igual pretende que suceda hoy día con la empleada de la Secretaría de Educación de Veracruz, Araly González, una persona física cuya actividad comercial es la venta de bienes informáticos, muebles y mobiliario de oficina, proveedora del DIF estatal, así como de las secretarías de Salud y de Seguridad Pública, a las que ha vendido uniformes, batas quirúrgicas, overoles, sillas de ruedas y aparatos para la audición desde 2020 por 100 millones de pesos.
Esta nota que filtró ORFIS a un diputado en días pasados, recibió como respuesta el silencio oficial. Cuitláhuac, sin embargo, no pudo aguantar la presión de los medios de comunicación que encontraron nuevos datos.
Acaso por ello que el atarantado mandatario no tuvo más que salir al paso para admitir que, en efecto, sí le otorgaron esos contratos por más de 100 millones a Araly Rodríguez Vez, quien además de ser empleada de rango inferior de su gobierno, es la “representante legal” de una empresa, lo cual para el gobernador no constituye ninguna irregularidad.
¿Ninguna Irregularidad?
¿Ello quiere decir que si no hay irregularidad no hay delito o si Araly paga los impuestos, no hay bronca?
Aceptemos que así sea, que el gobernador nunca supo de ratería alguna en sus oficinas -ya se olvidó que semanas atrás abrieron a la fuerza la bóveda de la Tesorería y se llevaron todo el efectivo- y que Araly es una blanca paloma, una simple prestanombres.
Concedamos pues que él, Cuitláhuac, nada tiene que ver con las empresas fantasmas y que aplicará todo el peso de la ley “caiga quien caiga” y que “por encima de la ley nada” y que “actuaremos hasta las últimas consecuencias”, pero además que “no somos como los de antes”.
Aceptemos sus dichos, pero ¿y el dinero?
Veracruz arrastra un adeudo superior a los 80 mil millones incluidos los 65 mil que le heredaron los anteriores, entonces ¿En qué se gastaron en cuatro años 15 mil millones de pesos vía préstamos a pesar de disponer de un presupuesto anual superior a los 130 mil millones de pesos?
Al destaparse la cloaca de las empresas fantasma, cada día cobra fuerza la versión de las maletas en efectivo entregadas periódicamente a Palacio Nacional, así como los desmesurados desvíos millonarios de Eleazar Guerrero a paraísos fiscales.
Hoy más que nunca aplica en Cuitláhuac su propio dicho: “¡Que se investigue!”.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo |