Este jueves se le volvió a ir duro a la presidenta de la Suprema Corte, Norma Piña, a la que acusó de dar “manga ancha” a los jueces para que liberen a narcos y violadores.
¿Mostró alguna prueba?
Ni una sola, pero en la 4T las pruebas valen gorro. Lo que cuenta es la acusación tronante y de mala fe; la mentira para que el graderío la asuma como verdadera y la repita hasta la saciedad en las calles.
¿Qué delito cometió el presidente?
El de difamación y está penado con cárcel.
A ver a ver a ver columnista de cuarta, si lo encuentran culpable de ese delito lo pueden condenar máximo a dos años de prisión; prisión que no pisará porque saldrá bajo caución en la misma barandilla del juzgado. Pagaría como multa la bicoca de 150 días de salario mínimo y listo.
Si, el problema es que ha difamado en más de mil ocasiones. Y nomás con que le junten cien acusaciones tendrá para entretenerse el señor.
A la difamación (que en efecto, puede ser la acusación más leve) al tabasqueño le pueden caer en cascada señalamientos penales por ecocidio, negligencia, abuso de autoridad, corrupción, delitos electorales y hasta por traición a la patria, entre otros.
Por ahora ni suda ni se acalora pues su popularidad sigue por los cielos con un 65% de aprobación. Pero en esta vida nada es eterno.
Así como su candidata Claudia Sheinbaum le ha mostrado una fidelidad perruna y una docilidad y obediencia que rayan en lo denigrante, así Luis Echeverría le mostró lo mismo a Gustavo Díaz Ordaz y todos sabemos cómo le fue al poblano.
Si en aquel tiempo la sociedad era más manejable y se conformaba con el atole que le daban, en la actualidad esa misma sociedad ha cambiado diametralmente.
La mitad de los mexicanos están iracundos contra el presidente al que quieren ver en prisión y no se contentarán con menos. Entre otras cosas porque el propio Andrés Manuel ha delinquido de manera descarada, en abierto y a la vista de todos.
Si Claudia es la próxima mandataria y quiere evitar algo muy parecido a un estallido social, con la pena pero tendrá que actuar.
Y es que nadie va a aceptar, por muy de Morena que sea, una copia de Pascual Ortiz Rubio en Palacio Nacional.
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