Hablemos de números.
Morena poco quiere que se recuerden los números de las elecciones del 2018 donde el PAN se llevó 1.4 millones de votos a los que sumados al PRI y PRD se rebasaron los 2 millones, mientras Cuitláhuac alcanzaba por el efecto Peje 1.5 millones de sufragios.
En esa ocasión no se ganó porque no hubo Alianza.
En el 2021en igual proporción las votaciones fueron apretadas. El mejor ejemplo lo dio, aparte de Veracruz, la república en donde la Coalición “Va por México” obtuvo 19.5 millones de votos, mientras Morena -ligado al PT y el Verde- obtuvo 21 millones. Electoralmente no son tan distintos. MC obtuvo 3.5 millones de votos, lo que indica que si la oposición va junta en el 2024 podría cambiar el rumbo.
Dejemos, sin embargo, un momento los números y vayamos a los hechos.
En Veracruz hoy sí las mayorías saben que Morena vive su peor momento. A los veracruzanos nos queda claro que el gobernador Cuitláhuac García, rumbo a la sucesión, ha mostrado su verdadero rostro.
El del típico autoritario y voluntarista. Bueno, muy bueno para demoler las instituciones, fracturar la división de poderes y apostar el dinero público y la operación electoral -la ilegal por supuesto- para pretender la victoria de quien le ordene López Obrador.
A los veracruzanos nos queda claro que, si el pasado que tanto critican fue terrible, el presente ha sido peor y que solo a través del voto renacerá la esperanza del cambio.
La narrativa de los morenos, sustentada en el repudio a la corrupción, el fin de los privilegios, mayores oportunidades de empleo, salud y seguridad social para todos y empleo, dejaron de ser ganchos para alcanzar la gobernabilidad.
Hoy, en las puertas del fin del sexenio, sigue echando la culpa a un pasado que quedó muy lejos.
No hay explicación a las más de 100 mil mentiras de López Obrador y para el caso de su imitador, Cuitláhuac, solo se transitó de lo rupestre a lo irascible ya que lo mismo encarcela a jueces que tiene a cientos de presos políticos o amedrenta y censura a periodistas apoyado ahora por un imbécil “Pinocho”.
En Veracruz las condiciones están dadas para el cambio.
Hay hartazgo, la gente está muy molesta y anda tras la busca de un hombre idóneo que gobierne con el cerebro no con el estómago; que sea honesto y que de verdad combata a la criminalidad y corrupción incrustadas en Palacio de Gobierno.
Hoy la ciudadanía tiene claro el panorama y no tiene la menor duda que el voto masivo mostrará que es lo que se quiere a partir del 2024.
Y si bien es cierto la indiscutible popularidad de López Obrador a nivel nacional, en Veracruz las cosas no son iguales. Cuitláhuac y su banda son repudiadas, mientras el pueblo -8 de cada diez- lo desaprueba y no hay perdón ni olvido por los más de cinco mil asesinatos acumulados en su mandato.
Es por ello que la disputa en abierto, en las urnas, va a estar muy complicada y que a la buena se la lleve Rocío Nahle.
Abonan en su contra -aparte del legado de Cuitláhuac- la corrupción y los resultados de “Dos Bocas” donde para cumplir con el primer litro de gasolina están llevando pipas del energético para fingir el próximo primero de julio que ¡Por fin! produce la refinería.
Abona además el voto en contra de que en una entidad de 4.2 millones de mujeres veracruzanas López Obrador haya decidido traer a una de Zacatecas para que nos gobierne.
Abona asimismo que el Peje ya no esté en las boletas.
Hoy pues, la oposición inicia la transición rumbo a la elección del candidato de la Alianza a nivel nacional, mientras en Veracruz los partidos hacen lo propio.
El PRI por lo pronto adelanta que iniciará una consulta ciudadana para integrar una plataforma que aporte a la Alianza lo cual es bienvenida aun cuando en el caso de Veracruz será el PAN quien lleve la batuta y avance en dos posibles opciones -Pepe y Julen-, pero siempre ajustándose a los lineamientos del PRI y el PRD.
La Alianza partidaria por lo pronto ha dejado muy en claro que no habrá “voto parejo”, es decir, que no se tiene por qué votar a lo bruto, sino reflexionar el sufragio.
Los nuestros son tiempos de cambio.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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