Las instrucciones de las cúpulas partidistas en contra de Xóchitl nomás no prosperaron; tampoco las consignas de jugar con las cifras sobre la preferencia ciudadana o revivir temas de corrupción inventados por López Obrador.
De nada sirvió la “influencia” de las rémoras de los partidos políticos, tampoco de los interesados en sacarle raja a los despojos que dejan las jornadas electorales donde recogen migajas.
Ayer, al cerrarse el registro del Frente Amplio por México que va por la selección de su candidata a la Presidencia de la República, en donde no se ve a Creel, no se tiene la menor duda del sentir del imaginario colectivo, de la ciudadanía en concreto.
Y es que la fama pública de Xóchitl se ha convertido en un verdadero acontecimiento.
Más la apuesta de que se enfrente en las urnas a la esmirriada Claudia Sheimbaum carente de carisma, simpatía, arrastre, mensaje y vocación de servicio.
En la antípoda, lo de Xóchitl, se ha traducido en algarabía, en una permanente fiesta popular por todo el país.
Familias completas han despertado a la participación en espontáneas jornadas cívicas. Voluntarias y voluntarios por millares se han volcado en favor de la causa de esta mujer por la que nadie apostaba hace cinco semanas.
Su arrastre es indiscutible.
Del cohetón que la disparó a las nubes producto del peor error de su vida política de López Obrador al cerrarle las puertas de Palacio Nacional y dedicarse a insultarla y acusarla sin fundamento, nuevos cohetones hasta la fecha han surcado el cielo nacional.
En México renació la esperanza con Xóchitl.
Mientras las corcholatas cierran campañas en lo oscurito; peleando unos con otros atados de pies y manos por el Peje, con una Claudia de voz tipluda que no levanta, un Ebrard tibio que grita y amenaza pero que horas después se echa para atrás; con un Monreal silencioso y ya sin esa garra de meses anteriores y el maloliente de Fernández Noroña que se la pasa echando pleito con las mujeres periodistas por las preguntas incómodas.
La de ayer fue una jornada cívica de registro sin precedentes en favor del Frente Amplio por México, un referéndum que va más allá de una inscripción para tener acceso a la decisión electoral del 2 de septiembre.
Fue un hito que la gente saliera de nuevo a los centros de registro, a las calles para mostrar que no están de acuerdo con Morena, la 4T y su Mesías. Salieron para mostrar que estamos despiertos y dispuestos a regresar a México por el camino de la democracia.
Mientras allá, en el oscuro Palacio del Rey del Cash, López Obrador está, como se ve en las mañaneras, fúrico.
Y no por lo de ayer, sino porque nunca creyeron que la señora de la bicicleta se los va a chingar como la misma Xóchitl advierte.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |