En ambos frentes todo es grilla, rumores, versiones, aceleres, destapes prematuros.
Morena terminó por fagocitarse a si mismo ante la gandallez de sus actores políticos encabezados por el oscuro aspirante Eric Cisneros quien se proclama rotundo vencedor anticipado.
A la par su violador sexual, Manuel Huerta, se mueve a mil por hora en la desesperación, en el “¡Yo soy el bueno!” en el “¡Quítate que voy arriba en las encuestas!”
Nahle en tanto, ni pestañea.
Sabe que si se mueve no sale en la foto. No se atreve a nada porque se le incendia la plaza. No puede ni quiere arriesgar la tribuna y está a la espera de que el mal tiempo mejore.
Esa es ni más ni menos la incertidumbre política que vive Veracruz del lado moreno donde se extraña la ausencia de liderazgo, donde cada uno se mueve sin orden ni concierto y pretende avanzar llevando por delante intereses particulares.
Es un escenario en donde la disciplina que antes regía el comportamiento político y el político sucesorio simplemente dejaron de existir.
¿Quién pela a López Obrador?
En Veracruz solo el Cui a quien en los hechos nadie hace caso.
Recordemos que, desde hace mucho muchísimo tiempo, -acaso un lustro- López Obrador se la prometió a Rocío Nahle.
Los apetitos y ambiciones del Peje, sin embargo, terminaron por entregarle la silla embrujada a Cuitláhuac.
Mientras a Rocío la hizo senadora por Veracruz, a pesar de se zacatecana. Le dio un cargo de primer nivel como secretaria de Energía con vecindad en Coatzacoalcos, a pesar de ser zacatecana. Le toleró gastara una millonada en dólares por un elefante blanco “Dos Bocas” que no arroja un litro de gasolina.
Luego el dedazo.
La unge como candidata a gobernadora por Veracruz, luego de modificar la Constitución que le impedía el mandato por no haber nacido en estas tierras, situación que fue aprovechada por los morenos que se fueron por la libre.
El peor fue el quesque afrodescendiente, el prieto Eric Cisneros, que abrazado a una inexistente masa millonaria de nativos negros en una treintena de municipios regados por todo el estado y un pedorro librito que habla de lo mismo, los convirtió en trampolín para arrebatársela a la zacatecana.
El rebumbio dio lugar que se moviera el calendario electoral para dejarle el campo libre a la Nahle e invitar al Bola #8 a la “reflexión profunda”, como dicen los clásicos -o las clásicas-.
Esa espera ha hecho de Morena en Veracruz un caos.
Mientras en la tienda de enfrente no cantan mal las rancheras, siguen en la eterna indefinición.
El PAN local deshoja la margarita pensando en una mujer -de las suyas- para la grande en Veracruz, mientras en el Partido de la Revolución Democrática se destrozan entre ellos.
El de la prisión domiciliaria, Rogelio Franco, exsecretario de Gobierno de Miguel Angel Yunes Linares, le quiere arrebatar el pedacito de pastel a Sergio Cadena Martínez y venderle caro su amor al Frente.
Mientras el PRI de Veracruz libra una sorda lucha con las rémoras.
Sin llenadera, un decadente Jorge Carvallo, mal invento de Fidel Herrera, busca dividir al partido apoyándose en ambiciosos y ambiciosas de poder. Van por el arrebato contra Adolfo Ramírez Arana y la fantasiosa pretensión de imponerle condiciones y espacios al elegido.
Han chocado, sin embargo, con pared. Hay ya un ultimátum de por medio y una mano extendida que no será eterna. Los tiempos lo impiden y otra corriente crítica, democratizadora o veracruzana o como se llame ya no cabe en tiempos de parto.
Son pues, historias de crisis y convulsiones de los partidos políticos y sus dirigencias donde en unos días más se observarán definiciones que mataran las grillas de los oportunistas que un mal día llegaron a Veracruz a gobernarnos.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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