Pobre país, que apenas iniciaba un tiempo de recuperación, enmarcado en el gran esfuerzo de la gente, de su trabajo y entrega a favor de su patria; en una sociedad que aún no se había dado el tiempo de hacer el inventario de sus desaparecidos por el Covid y les llegó ese terrible fenómeno causando más daño.
Su período fue corto, sólo unas horas, pero su daño se puede extender por miles de horas más, pues el huracán y su ola de devastación no se han ido, porque toda la ruina de las familias y su violento arribo a la miseria, desesperanza y desolación, son el mejor ingrediente para una exitosa campaña electoral.
Aún encima de los muertos y desaparecidos, encima de las ruinas de la que fuera una gran ciudad, están los discursos, las fotos, las promesas que a pesar de ser sólo de saliva, se adhieren fuertemente en el atribulado corazón de los dolientes.
El huracán hoy busca votos y no le importa el dolor de los sobrevivientes y agonizantes que fácilmente abrazarán la esperanza discursiva y darán lo que sea, sin pensar que con su voto pudieran estar participando en otro acto de rapiña colectiva que acabará con lo poco del país que le falta por destruir. Porka Miseria. |