Cuando Alfredo Niño Flores, ex dirigente del PRI en Xalapa, a finales de diciembre pasado también presentó su renuncia al partido, no faltaron incluso los memes y quienes querían levantar la Alerta Amber pues según muchos, el exlíder andaba perdido.
Igual pasó con Igor Rojí exalcalde de Orizaba, quien lamentó el mal liderazgo del PRI y dijo “No soy el último en salir; el PRI ha perdido sus orígenes” y denunció que ‘la elección del dirigente estatal del PRI, Adolfo Ramírez Arana, fue “es producto de un dedazo” y ahora se están repartiendo las plurinominales entre amigos y compadres’.
La más reciente renuncia importante ha sido la de Eduardo Andrade, quien este lunes 8 de enero presentó su renuncia al partido que lo hizo casi todo, incluyendo Senador y Magistrado, y nuevamente no han faltado las voces que señalan que en los hechos, el Doctor Andrade tenía mucho que se había ido del partido, y le reprochan que toda su carrera y patrimonio se creó al amparo y gracias al PRI.
El problema es que en el PRI ya no quedan liderazgos fuertes. Cuando Amadeo Flores instó a los priístas a que buscaran a las bases del partido, la pregunta obligada fue ¿Bases? ¿Cuáles bases?
Hoy, aparte de los dos Yunes, ¿Qué otro político priista veracruzano se puede decir que en verdad representa miles de votos? Póngale usted nombre y apellido y pregúntese: si hoy renunciara X o Y político o política, ¿En verdad se llevaría decenas de miles de votos, aparte de Héctor o Pepe Yunes?
El partido que antes tenía comités seccionales en cada colonia y que tenía una estructura envidiable, hoy es más un perro flaco del que las pulgas brincan.
Que los priistas que se quedan señalen a los que se van, como que no representan nada, es no tener un mínimo de autocrítica.
Hoy en el PRI, evidentemente nadie es indispensable, pero tampoco sobra nadie. Si eso no lo entienden los que se quedan, seguirá la fuga de políticos.
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