En tres meses del año anterior, del 7 septiembre (cuando dio inicio el proceso electoral) al 28 de noviembre, se registraron 81 asesinatos contra actores políticos. Una barbaridad en los tiempos de paz de la 4T.
Si, pero con los de antes había más violencia.
Pues no.
Con siete asesinatos en enero (contando el de Alejandro Naredo), el 2024 se perfila como el año más sangriento de la historia para los actores políticos por dos razones: porque la violencia ya rebasó a las autoridades y porque es año electoral.
Los expertos indican que los estados más sangrientos para participar en política electoral son: Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guerrero y Michoacán.
¿Veracruz? ¿Qué acaso Veracruz no es un estado seguro? Lo repite con frecuencia el señor gobernador.
Es evidente que o anda bien norteado el señor, o ignora lo que pasa en el territorio que supuestamente gobierna. En las elecciones del 2021 Veracruz fue la entidad más violenta e insegura del país ya que concentró el 16 por ciento del total de asesinatos en tiempos electorales.
Urge que tanto el gobierno estatal como los municipales protejan a los aspirantes a puestos de elección popular.
Qué bueno que le brinden protección a la señora Rocío Nahle que trae más guaruras que Obama, pero ella no es la única candidata. La obligación de este gobierno es protegerlos a todos sin distinción de partidos, si no desean que se repita otro cobarde atentado como el que privó de la vida a Alejandro Naredo.
Ah, y ya que hablo de él.
Alejandro perteneció casi toda su vida al PRD, partido del que se fue para dedicarse a la música y a brindar servicio en un taxi.
A ver si no sale hoy el vocero de la Fiscalía, Cuitláhuac García, a decir que como el señor no pertenecía a ningún partido, su muerte no puede clasificarse como crimen político. Y (lo que será peor) agregue que las líneas de investigación están enfocadas en la música y en las dejadas.
De que es capaz; es capaz.
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