A finales de 1915 don Venustiano Carranza convocó a un Congreso para que elaborara una nueva Constitución, como la del 57, la Constitución establecía el sistema federal, la separación de poderes, la no reelección, un poder legislativo de dos Cámaras y una Comisión legislativa permanente. Promulgada el 5 de febrero de 1917 la sede fue el Teatro de la República de la ciudad de Querétaro. Surgió de las reformas realizadas a la Constitución de 1857 que incluyó artículos sugeridos de los ideales de la Revolución mexicana.
La inclusión de los “derechos sociales” marcó un hito y un antecedente para el resto del mundo. Por ello, esta Carga Magna es llamada “la primera Constitución social del siglo XX”. Detrás del documento del 5 de febrero de 1917 está la lucha de un pueblo —en la Guerra de Independencia— que buscaba conquistar libertades para alcanzar justicia social y un régimen de derecho, algo que gozamos hoy como nunca los mexicanos.
No hay que olvidar que la Constitución de 1917 es un documento que surge del movimiento revolucionario para restablecer el orden constitucional que se pasó por el arco del triunfo del régimen de Porfirio Díaz. Este nuevo orden legal dio luz, camino, dirección, como proyecto transformador, a un periodo de paz y justicia social.
“Estamos en el momento más solemne de la revolución”, dijo el Constituyente Francisco J. Múgica al elogiar el documento constitucional de 1917. El General, llamado “una de las voces más agresivas y vigorosas del Congreso Constituyente reunido en Querétaro”, añadió: “Me resta decir en honor del Primer Jefe don Venustiano Carranza paladín de esta Constitución y de cada uno de los diputados que integraron este Congreso, que el prestigio del Código Supremo se debió al respeto profundo, sin restricciones, que el Primer Jefe tuvo para la libertad de la asamblea de Querétaro y a que los representantes de todos los distritos de la nación no admitimos ni consignas oficiosas, ni componendas con influyentes, ni aceptamos el clamor de los técnicos para seguir caminos trillados y defraudar las esperanzas del país y de la Revolución”.
“Pedimos, por último, que a este homenaje que se nos rinde, siga por parte del pueblo un acatamiento fervoroso de los preceptos que lo rigen; por parte de los gobernantes un acatamiento estricto a la Constitución de 17 y por parte de nosotros mismos una esperanza que nuestro ideal continuará siendo y será la esperanza de México”.
He ahí, la muestra fehaciente, de la esperanza que sigue impulsando a este país con la Cuarta Transformación, una esperanza fundada en el constituyente mexicano.
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