Decía Benjamin Franklin que la alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro. Con esta piedra me gustaría topar todos los días. A buen entendedor… Bueno, puedo cantar con Alex Lora:
“Las piedras rodando se encuentran Y tú y yo algún día nos habremos de encontrar Mientras tanto cuídate y que te bendiga Dios No hagas nada malo que no hiciera yo.”
Así, sí. O en versos de Rafael Alberti: “Yo nunca seré de piedra./ Gritaré cuando haga falta./ Reiré cuando haga falta./ Cantaré cuando haga falta.” Antes de continuar con lo “podrido”, les cuento lo siguiente:
“La profesora de Jaimito en clase, pregunta: -Pepito, si tiramos una piedra al agua, ¿qué pasa? -Que se hunde. -Juanito, si tiramos una hoja al agua, ¿qué pasa? -Que flota. -Jaimito y si echamos un palito, ¿qué pasa? -Pero que sea rápido, que tengo prisa.”
Perdonen oídos castos. Entonces, según la RAE, el vocablo “podrido” significa: “Dicho de una persona o de una institución: Corrompida o dominada por la inmoralidad.” Y algunos de sus sinónimos son: corrupto, corrompido, putrefacto, pútrido, descompuesto, infecto, etc. Samuel Schmidt, en unos de sus artículos sobre el humor político mexicano, escribió que “las dos variantes históricas que irritan a la sociedad mexicana son la concentración de poder en manos del presidente y la corrupción, aunque en muchas ocasiones ambos temas están asociados. Véase el siguiente ejemplo:
“Buenas noticias señor presidente. Quedamos en segundo lugar.” El presidente le responde: “Esas no son buenas noticias”. “Bueno, señor, tome usted en cuenta que íbamos en primer lugar y costó mucho trabajo arreglarnos para quedar en segundo”.
A buen entendedor… Pero la corrupción vive, convive, sobrevive con todos y en todas partes, no nos hagamos de la boca chiquita. Ya saben lo que dicen los políticos: “Solo los necios pueden creer que no lucharemos contra la corrupción”.
Ah, pero eso sí, prohibido robar, el gobierno no admite competencia. Ahí se las dejo…
Los días y los temas
Expresó hace unos días el Papa Francisco: “El testimonio de muchos hermanos obispos y de un gran número de trabajadores por la paz y la justicia me convence cada vez más de que lo que hay que denunciar es un déficit de esperanza”.
Agregó: “De otro modo no se explicaría que una humanidad que ha alcanzado el umbral de la fraternidad universal y niveles de desarrollo científico, técnico, cultural y jurídico, capaces de garantizar la dignidad de todos, camine en la oscuridad de las desigualdades y los conflictos”.
Ahí nos hablan.
De cinismo y anexas
Para cansarlos, otra de políticos, pero sonrían, por favor.
“Se encuentra un político dando su discurso para su nueva campaña, y justamente cuando va a decir qué problemas va a resolver, se oye un rebuzno de algún burro de las cercanías.
El político enojadísimo grita:
-¿Quién hizo eso? ¿De dónde salió?
Y entonces alguien del público le dice:
-No se preocupe, sólo es el eco.”
Hasta la próxima.
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